Donde hay una necesidad nace un derecho.
Ninguna necesidad es capaz de parir un derecho ni, por lo tanto, una obligación. Ni siquiera una necesidad insatisfecha. Ni siquiera una necesidad básica insatisfecha, lo cual no quiere decir que, arbitrariamente, no se identifiquen como derechos lo que solamente son necesidades. El resultado ha sido, no el Estado de Derecho, sino algo que, en muy buena medida, es su antítesis: el Estado de derechos, en el cual el gobierno asume la responsabilidad de satisfacer necesidades, para lo cual redistribuye el ingreso, quitándole a Pedro lo que, por ser producto de su trabajo, es de Pedro, para darle a Juan lo que, por no ser producto de su trabajo, no es de Juan. Se trata de una expoliación legal.
Un derecho es la potestad que tiene alguien para exigirle a alguien más el cumplimiento de obligaciones, que pueden ser negativas o positivas. Las negativas corresponden a los derechos naturales, con los que la persona es concebida: vida, libertad y propiedad, derechos que tienen como complementos[1] obligaciones negativas: no matar, no esclavizar, no robar. Las positivas corresponden a los derechos convenidos, aquellos que la persona adquiere voluntariamente, por así haberlo acordado con alguien más, tal y como sucede cuando se realizan contratos, por los que los contratantes adquieren derechos y obligaciones, que por lo general suponen sí hacer algo y/o sí entregar algo.
Afirmar que donde hay una necesidad nace un derecho, es sostener que quien tiene una necesidad, precisamente por tenerla, adquiere la potestad de exigir, de alguien más, su satisfacción, lo cual no corresponde, ni a un derecho natural, ni a un derecho convenido, los dos únicos tipos de derechos que hay. El que alguien tenga una necesidad no le da derecho a exigirle a alguien más que la satisfaga. El que alguien tenga una necesidad no crea en alguien más la obligación de satisfacerla. Donde hay una necesidad no nace un derecho, y por lo tanto tampoco una obligación cuyo cumplimiento pueda ser exigido por el uso de la fuerza.
La afirmación de Kiciloff parte de la idea, equivocada, de que las necesidades insatisfechas de alguien le dan derecho a parte del producto del trabajo de alguien más (la necesaria para comprar los satisfactores necesarios para satisfacer la necesidad), y que el gobierno tiene la obligación, por la vía de la redistribución del ingreso, de hacer valer ese derecho, todo lo cual nos lleva a esta pregunta: las necesidades insatisfechas de alguien, ¿le dan derecho a parte del producto del trabajo de alguien más, de tal manera que éste tiene la obligación de, con parte del producto de su trabajo, satisfacerlas directamente o por medio del gobierno redistribuidor del ingreso?
Las necesidades insatisfechas de alguien generarían en alguien más la obligación de satisfacerlas si, además de necesidades, fueran derechos. Pero no lo son. Son necesidades.
La afirmación de Kiciloff no es de carácter descriptivo: no afirma lo que es, dado que de las necesidades no nacen derechos. Es de carácter prescriptivo: afirma lo que, según él, debe ser: darle a las necesidades el carácter de derechos, generando en otros la obligación de, directa o indirectamente, satisfacerlas, lo cual es poner a unos al servicio de otros, algo que no debe hacerse. Sin embargo, es la esencia del Estado Benefactor, del gobierno redistribuidor del ingreso, que son la regla.
Por ello, pongamos el punto sobre la i.
Durante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.
La gente subestima la facilidad con la que los gobiernos pueden destruir una economía y lo difícil que es reiniciar esas economías.
Prohibir las actividades lícitas, como lo ha hecho el gobierno, equivale a una expropiación sin compensación, propia de regímenes despóticos.
Después de declarar que todos los hombres son capaces de gobernar al país, los declaramos incapaces de gobernarse a sí mismos.
¿Por qué algunos actúan como si ganar dinero ofendiera a sus mentes delicadas? Estoy buscando un beneficio económico legítimo y no me avergüenzo de ello. El hecho de que la gente pague dinero por mis bienes y servicios demuestra que mi trabajo es útil.