El candidato López decidió seguir el camino de costumbre cuando los resultados le son adversos, amedrentar con las movilizaciones mientras sus abogados actúan. Y es que al candidato no le cuadran los números, ni en 1994 cuando perdió Tabasco, ni cuando dijo llevar 10% de ventaja en las encuestas, ni cuando construyó de manera irregular los “segundos pisos”, o cuando habló de 2 mil 500 millones de pesos en contratos irregulares para Hildebrando o que esta empresa no pagaba impuestos, ni cuando anunció su ventaja de 500 mil votos, ni cuando dijo que el IFE había perdido 3 millones de votos, y mucho menos cuando dijo que el PREP había sido manipulado. Los números no son el fuerte del PRD, su fuerte es el corporativismo y la movilización.

El alegato del PRD es que el “fraude” es en su favor y el error no existe, pues podría ser en su contra. Entonces la Ley no alcanza para esto, lo que el PRD exige es un trato especial, un privilegio, lo que nos lleva a cuestionar la última etapa de la campaña que se basó en acabar con los privilegios. Interpretación laxa por parte del PRD de lo que esto significa y es que la igualdad ante la Ley no es el fuerte del PRD al menos como lo ha demostrado su administración en la Ciudad de México donde no es lo mismo ser Pantera que taxista de toda la vida o el que hay de ambulantes a miembros o el que la justicia es expedita para los casos que les convienen o lenta para los que no.

La alianza les ha dejado deudas muy altas, primero pierden legisladores tanto en el senado como en la Cámara de Diputados a cambio de nada pues los votos se los dieron tanto el candidato como los votos corporativos de los “beneficiados” por los programas de gobierno, léase becas, apoyos o útiles, como las corporaciones desde panteras a la UNT. El hecho es que más que los votos que obtuvo y que no le permiten declararse ganador a AMLO le preocupan sus deudas y no tiene con qué pagarlas. Primero, deben a quienes les prestaron dinero para las campañas, deben a quienes les prometieron obra pública, deben a quién les prometieron cero reformas, deben a quienes les prometieron empleos en el sector público y sobre todo deben a quienes les prometieron que ganarían. Así el escenario de la bronca se explica no sólo por las deudas sino por un retorno muy malo sobre la inversión, López dedicó muchísimos años de su vida a tejer un escenario que lo llevara a la presidencia y no lo consiguió, con esto su carrera política se esfuma, pues el PRD no puede darse el lujo de otro Cuahutémoc y otro Cárdenas empuja para ocupar el lugar del candidato en las próximas elecciones.

La única fuerza de López, donde fincó su crédito fue en la impostura de ser el candidato ganador, es decir el haberse posicionado como candidato desde el 2000, el estar al frente en las encuestas para presidente por cinco años. El otro elemento que lo hizo fuerte es la imbatibilidad de su partido en el Distrito Federal, donde su “clientela” política es incondicional, pero el costo de esto es la volatilidad de los votos en el resto del país. Al no ser claro ganador, López deja de ser un activo político y se convierte en una carga social, pues su fuerza ahora reside en la presión social, ya hasta los medios sumisos en un principio se hacen a un lado.

Lo que vamos a ver en la impugnación es algo poco claro, pues el argumento de la manipulación del PREP se cae al coincidir el resultado del conteo, de otra forma habría habido fraude, pero no fue así. El argumento de las irregularidades en casillas, ya fue atendido en los distritos, se abrieron los paquetes de las casillas con irregularidades o lo que es lo mismo se cumplió con la legalidad. El argumento de abrir todo no procede por más derecho constitucional que sea, hay Leyes que determinan los casos y punto. El Tribunal podría decretar que se abrieran muchos más paquetes pero si las estadísticas coinciden el resultado no cambiará y López le habrá hecho daño a su partido, a su coalición y al país al poner en duda las instituciones y el proceso electoral ciudadanizado que tanto ha costado establecer, es decir, le abrirá las puertas a la tentación autoritaria.