Washington (AIPE)- Casi siempre que los políticos tratan de aumentar los impuestos y ampliar las funciones del gobierno utilizan algún modelo para justificarlo. Al Gore y los demás que braman sobre el recalentamiento global nos aseguran que el gobierno tiene que hacer algo antes de que todos nos tostemos.

Habiendo pasado tres décadas de mi vida rodeado de investigadores y leyendo sus publicaciones, estoy convencido que es mucho más fácil obtener fondos del gobierno para diseñar modelos matemáticos que demuestren una urgente necesidad de mayor actividad gubernamental en cualquier área.

Los científicos utilizan modelos matemáticos para hacer predicciones sobre el futuro. El modelo está supuesto a reflejar las relaciones entre variables y sus magnitudes, de manera que el científico pueda predecir eventos tales como huracanes, tasas de criminalidad, desempleo y cuántos sufrirán de la gripe aviar.

Actualmente, muchos políticos y analistas insisten que hay que gastar billones de dólares para evitar el recalentamiento global. Pero los científicos que estudian eso no logran que sus modelos coincidan en demostrar si el recalentamiento actual es algo temporal y parte de una variabilidad climática normal o algo mucho peor. Y se ha investigado muy poco sobre si los beneficios del recalentamiento global, como más lluvia, incremento en las cosechas y climas más saludables, demuestran que el recalentamiento resulta ser más bien un beneficio neto para la humanidad. ¿Será porque si el recalentamiento es positivo no habría entonces más transferencias de dinero y poder a manos de la clase gobernante?

Las estadísticas muestran que entre 1940 y 1975 el mundo se estaba enfriando y aparecieron muchas publicaciones anunciando una nueva edad de hielo. Ahora se explica que ese enfriamiento fue causado por la contaminación atmosférica.

Entonces sería más lógico permitir un poco más de contaminación para detener el recalentamiento, en lugar de frenar las emisiones de dióxido de carbono, especialmente porque el CO2 hace crecer más rápidamente la vegetación.

Nadie, incluyendo a Al Gore, sabe cuál es el recalentamiento óptimo ni tampoco lo que tendríamos que hacer, si es que hay que hacer algo, simplemente porque las estadísticas y los modelos no pueden dar tales respuestas.

Los modelos económicos suelen ser igualmente politizados. Durante los años 60 y 70, los modelos keynesianos estaban de moda y recibieron mucho financiamiento gubernamental porque supuestamente demostraban que más impuestos y más gastos gubernamentales eran beneficiosos para la economía. Para fines de los años 70 ya era obvio que tales modelos estaban equivocados y las recomendaciones derivadas de sus conclusiones provocaron una negativa mezcla de estancamiento e inflación. Los monetaristas y economistas de la oferta tenían las respuestas, pero muy poco dinero gubernamental respaldó sus investigaciones debido a que ellas demostraban las ventajas de menos impuestos y menos gastos gubernamentales.

Uno de los grandes escándalos en Washington es que la Comisión Conjunta de Impuestos del Congreso todavía basa sus predicciones en modelos keynesianos, lo cual significa que suelen estar muy equivocados. Estos casi siempre exageran los ingresos del gobierno tras el aumento de las tasas de impuestos, lo mismo que exageran la caída de los recaudos por la rebaja de las tasas impositivas.

Sin embargo, los mismos congresistas que están en contra de cambios en los modelos que relacionan las tasas impositivas y los ingresos por recaudaciones de impuestos apoyan modelos climáticos que son mucho más complejos y plagados de incertidumbres.

La clara lección es que el gobierno nunca financiará estudios objetivos sobre los impuestos ni sobre el clima porque la clase política teme los resultados de tales estudios. Por lo tanto, si queremos que mejoren las políticas sobre temas tan importantes, tendrá que ser el sector privado quien financie esas investigaciones.

___* Director general del Center for Economic Growth y académico asociado del Cato Institute.

© www.aipenet.com