Yo me sumo a la propuesta de AMLO en contra de los privilegios, pero le pido que, como el buen juez, por su casa empiece, y deje de lado su exigencia del conteo voto por voto, que no es más que le exigencia de un privilegio
Una y otra vez AMLO se ha manifestado en contra de los privilegios,
manifestación con la cual no puedo más que estar de acuerdo, sobre todo
viviendo en un país en el cual los privilegios, de todo tipo, y para todo
mundo, son la regla. Me refiero, como supongo que lo hace AMLO, a los
privilegios otorgados por el gobierno, mismos que, de entrada, nos deben
plantear la siguiente pregunta: ¿dónde queda la
legitimidad de un gobierno que trata de manera desigual a los gobernados,
otorgando privilegios que, por definición, son excluyentes. Según el
diccionario el privilegio es “una ventaja o exención exclusiva que se da a
uno”, y que por lo tanto se le niega al otro, privilegio ante el cual el
gobernado excluido debe preguntar al gobierno que lo excluye: “¿Por qué a él sí
y a mí no?”
La propuesta de López Obrador contra los privilegios debe ser secundada
por quienes creemos que la acción del gobierno debe ser neutral (sobre todo en
el campo de la actividad económica), comenzando por la igualdad de todos, ¡de
todos: sin excepción!, ante la ley. La propuesta de López Obrador contra los
privilegios es de inspiración liberal, liberalismo que consiste en el arreglo
institucional que minimiza al máximo las posibles arbitrariedades del gobierno.
¿Y qué mayor arbitrariedad puede haber, de parte del gobierno, que el
otorgamiento de privilegios? Es por ello que insito: la propuesta de AMLO
contra los privilegios debe ser secundada.
Dicho lo anterior vale la pena aclarar, ante la posibilidad de que la
izquierda no lo tengo del todo claro, dos puntos. Primero: no es un privilegio
el hecho de que un oferente de bienes y servicios, sirviendo al consumidor sin
ayuda, protección o subsidio gubernamental, y mucho menos si enfrenta a la
competencia, genere ingresos que le permitan enriquecerse. Generar riqueza en
un mercado libre de la concesión de ayudas, protecciones y/o subsidios
gubernamentales no es un privilegio, es una habilidad que la sociedad, en
general, y el gobierno, en particular, deberían apreciar y fomentar. Segundo:
tan privilegio es, por ejemplo, la concesión gubernamental de un monopolio a un
grupo de empresarios, como la entrega gubernamental de dinero en efectivo a
determinados grupos de ancianos, pobres, discapacitados, etc. En ambos casos se
trata, ni más ni menos, de una ventaja o exención exclusiva que se da a uno, y
no a otro, es decir, de un privilegio.
Resulta oportuno aclarar lo anterior porque muchos izquierdistas
consideran, uno, que la riqueza es un privilegio y, dos, que la redistribución
a favor de los pobres no lo es, de tal manera que su concepción en torno a la
lucha contra los privilegios es, en realidad, una propuesta a favor de la
redistribución: que el gobierno le quite a los ricos (privilegiados) para darle
a los pobres (no privilegiados).
Por cierto, y ya que estamos hablando de privilegios y de la propuesta
de AMLO para combatirlos: ¿cómo justifica López Obrador el privilegio que
pretende obtener con el conteo, casilla por casilla, voto por voto? ¿Porque qué
otra cosa, sino un privilegio, es lo que está demandando AMLO? ¿O no es un
privilegio lo que se demanda cuando se pide que, en beneficio del demandante,
se viole la ley? La ley electoral define cuándo se deben abrir los paquetes
electorales y recontar los votos, no contemplándose, como causa para ello, la
petición de uno de los contendientes, quien cree (¿realmente lo cree?), contra
toda evidencia, que le robaron la elección.
Yo me sumo a la propuesta de AMLO en contra de los privilegios, pero le
pido (¡para el caso que me va a hacer!) que, como el buen juez, por su casa
empiece, y deje de lado su exigencia del conteo voto por voto, que no es más
que le exigencia de un privilegio.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.