Los nuevos jerarcas no entienden que el objetivo de la actividad económica es satisfacer necesidades de consumo (no de producción); y que cuanto más baratos sean los bienes, mejor se satisfacen esas necesidades.
Una de las primeras medidas que tomó la nueva administración
Arias fue fusionar el ministerio de Agricultura con el de Economía, Industria y
Comercio para formar el ministerio de
Este desatino fue recientemente ratificado por la siguiente
nota (LN/12/7/06): “Prevención de comercio desleal: el MEIC presentó ayer un
plan para monitorear los precios de los productos que importa el país. El
proyecto pretende identificar, con ayuda del sector privado y varias cámaras y
asociaciones, prácticas de comercio desleal (dumping)
y defraudación fiscal, así como imponer medidas de salvaguarda.” ¡Uuuuf! Obviamente, los nuevos jerarcas no entienden que el
objetivo de la actividad económica es satisfacer necesidades de consumo (no de
producción); y que cuanto más baratos sean los bienes, mejor se satisfacen esas
necesidades.
Un ejemplo. Ilustremos el error ministerial con
un ejemplo hipotético. Imaginemos que en Costa Rica vivan un millón de enfermos
de SIDA, que algunos residentes en el país han tomado la iniciativa de buscar
una cura, y que cuando el ministro de Comercio Exterior se da cuenta de que
algunos científicos estadounidenses ya la encontraron, actúe de la siguiente manera:
acusa a los gringos, alegando que el producto de sus investigaciones equivale a
comercio desleal, a dumping, porque esos científicos
estudiaron en mejores universidades y tienen mejores laboratorios y más
recursos gubernamentales que los costarricenses. Acto seguido, el muy
humanitario ministro impone un arancel de 500 por ciento a los medicamentos
generados por los gringos, con el fin de “proteger” a los investigadores ticos.
Está convencido de que, con esta protección, algún día ellos encontrarán otra
cura y, por este medio, todos los ticos nos enriqueceremos.
Craso error. Ese “todos” no incluye el millón de
muertos más los cientos de miles que se sumarían a la lista mediante el
contagio. Estos consumidores de la cura
no figuran en los cálculos del infame personaje, quien ignora que la cura de
los enfermos es la razón de ser de todo el ejercicio; es, en este caso, la
riqueza producida; y cuanto más rápido se obtenga y más barata sea la cura,
mayor es la riqueza generada –venga de donde venga.
Hace unos años, un exministro de
Comercio Exterior me contó que estando en una reunión con colegas de muchos
países, le preguntó, desinteresadamente, a su compañero de mesa que cómo
manejaban ellos el tema del “dumping”. El asiático lo
miró sorprendido y le dijo: “¿Cuál dumping? Si no hay
dumping, nosotros no compramos.” ¡He ahí la diferencia!
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.