“En las décadas por venir la gente mirará a este año y dirá que este es el tiempo en que todo cambió. No significa el fin de las hostilidades, pero sí el principio del fin.”
Toda Navidad es tiempo de nacimiento
y recuperación, prisas y llamados a la calma, sentimientos encontrados,
iliquidez y gasto desbocado, reflexión e irreflexión, recuerdos y nostalgia,
soledad y tumulto, fiestas y melancolía.
Escribí el último día del siglo XX,
en Roma, un artículo titulado 2001: Acaso
sea especial. No lo resultó tanto; el comienzo del siglo no fue tan
glorioso y significativo como la obra de arte de Kubrick
y Clarke 2001:
Una odisea espacial, que me hizo soñar en el futuro, junto a muchos millones
más, en el rumboso 1968.
El 2000 cargó de ilusiones a la
mayoría de los mexicanos, cuando el antiguo régimen cedió en paz el camino al
nuevo aire foxiano. En 2001 comenzó la implosión de
aquél entusiasmo, y perdió gas el gran ánimo nacional que se respiraba en las
calles.
Tras seis años de transición
inconclusa, el naciente 2007 parece que sí será especial, y no sólo porque en
nuestro país un nuevo gobierno empieza con los mejores augurios. Este año será,
en palabras de un pensador que mucho sigo y más respeto, una cúspide; un punto
de quiebre para la humanidad. “En las décadas por venir la gente mirará a este
año y dirá que este es el tiempo en que todo cambió. No significa el fin de las
hostilidades, pero sí el principio del fin.”
¿Será? Hace seis años albergué
esperanzas parecidas. Dije entonces algo que quiero repetir, sólo cambiando
2001 por 2007:
“En el 2007, año de dualidades,
quedará a prueba nuestra capacidad de conciliar y generar concordia entre
fuerzas opuestas: pelearán los murmullos del resentimiento contra el empuje de
la mirada adelante; contenderán las fuerzas de apertura y cerrazón, la quietud
y el movimiento, el pasado y el futuro; la amargura resignada de quien no
acepta que sí se puede, frente a la tracción emprendedora de pocos que podrían
ir siendo más… Sólo con eso se podría liberar la energía creadora del mexicano…
“A un ciclo yang
siempre lo sucede un yin. Qué papel deba jugar México
en ese juego y rejuego de los flujos y reflujos, es
algo que pondrá a prueba nuestras capacidades creativas, y de trabajar libremente
y en concordia.
“Me atrevo aquí a hacer otra
profecía para el fin de estos tiempos y el principio de los nuevos. México será
relativamente más importante, y hablará con cada vez más pertinente voz en la
esfera mundial. Nuestra fuerza cultural y espiritual es más apta para una velocidad
pausada, más humana y serena, menos obsesiva y avasalladora que la que ha dado
cierre al siglo XX.
“El espacio de esta generación es
más terrenal. Somos peregrinos en nuestra tierra, decía Octavio Paz. Este largo
peregrinaje de la vida es un gran viaje, rico en venturas y en trances: una
odisea. Y no hay Odisea sin Ulises, ni Ulises sin su amada Penélope, ni
Penélope sin su patria Itaca, que para nosotros se
llama México…
“Quién sabe si en 2007 vivamos un
gran prodigio de encuentro y noticia que nos permita hacer, de este claroscuro
intermedio que es el mundo, un espacio un poco más abierto y generoso en el
cual vivir. Eso sí que haría, del 2007 y de los años que se nos acumulen en
este mundo y en cualquier otro, algo muy, muy especial…”
Terminaba ese escrito con esto que
quiero refrendar hoy: “…de lo que no me queda duda es de lo especialísimo de
saber que estamos vivos, tú que me lees y yo que escribo, con quienes están
cerca y a quienes queremos. No vivimos, aquí abajo, en el paraíso; pero tampoco
es el infierno. En este bellísimo purgatorio que se llama Tierra hemos
alcanzado un nuevo milenio en un apreciable estado de salud y de consciencia.
Más que suficiente motivo para dar gracias.”
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.