¿El aumento en el precio de la tortilla de maíz supone (evidentemente exagero) la muerte de hambre de millones de mexicanos? La respuesta depende, en primer lugar, de cuántos alimentos sustitutos tiene la tortilla y, en segundo término, del comportamiento de los precios de esos alimentos sustitutos. La tortilla de maíz, ¿tiene sustitutos? Sí, comenzando por la tortilla de harina de trigo. El comportamiento del precio de esos alimentos sustitutos, ¿induce la sustitución de la tortilla de maíz por alguno de ellos, comenzando por la tortilla de harina de trigo? Sí: en enero el precio de la tortilla de maíz aumentó 5.96%, al tiempo que el de la tortilla de trigo lo hizo en 0.92 por ciento.

Lo anterior quiere decir, primero, que la tortilla de maíz sí tiene sustitutos, comenzando por la tortilla de harina de trigo y, segundo, que el comportamiento de los precios de éstos, comenzando por el de la tortilla de harina de trigo, hace conveniente la sustitución de la primera por la segunda. En enero, ¿los consumidores sustituyeron tortilla de maíz por tortilla de harina de trigo? En enero, ¿aumentó la demanda de tortilla de harina de trigo y se redujo la de tortilla de maíz? En enero, efecto de la sustitución de la tortilla de maíz por tortilla de harina de trigo, y por lo tanto de la reducción en la demanda de la primera y aumento en la de la segunda, ¿se contuvo el aumento en el precio de la tortilla de maíz y se impulsó el aumento en el precio de la tortilla de harina de trigo?

¿Cuáles son las respuestas a estas preguntas? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es, uno, que algunos consumidores de tortilla de maíz la sustituyeron por algún otro alimento, comenzando por la tortilla de harina de trigo y, dos, que muchos consumidores de tortilla de maíz la siguen comprando pese al aumento en su precio. ¿Por qué? Porque ese precio está, o por debajo, o en el límite, del precio máximo que están dispuestos a pagar por el producto, lo cual quiere decir que, aún al precio mayor, valoran más la tortilla de maíz que alguno de sus sustitutos, como lo son la tortilla de harina de trigo, el pan blanco, o el pan de caja (que en realidad es de bolsa de plástico).

Llama la atención que con un aumento de solamente el 5.98 por ciento en el precio de la tortilla de maíz, en enero, se haya dado, desde el Acuerdo para Estabilizar el Precio de la Tortilla, hasta manifestaciones en contra de dicho incremento, siendo que hubo otros alimentos cuyos precios aumentaron mucho más, tal y como es el caso de la calabacita, cuyo precio subió 28.69 por ciento; la cebolla, con un incremento del 21.62 por ciento; el melón, 20.62 por ciento; los ejotes, 17.33; el limón, 14.68; el pepino, 9.76; los plátanos, 8.11, y la uva cuyo precio aumentó 6.58 por ciento, todos ellos incrementos superiores al aumento en el precio de la tortilla de maíz, que fue de solamente 5.98 por ciento.

¿Por qué, les pregunto a quienes han señalado al aumento en el precio de la tortilla como una tragedia nacional (y no como lo que es: un ajuste de mercado), no se organizan marchas y plantones en contra del aumento en los precios de frutas y verduras hasta que se llegue al Acuerdo Nacional para Estabilizar los Precios de la Calabaza, la Cebolla, el Melón, el Ejote, el Limón, el Pepino, el Plátano y la Uva o, ya encarrilado el asunto, de cualquier precio cuyo comportamiento sea considerado inadecuado, injusto, expoliatorio, todos ellos adjetivos con los que, dicho sea de paso, nunca debe calificarse un precio?

En medio de todas estas discusiones las preguntas relevantes van desde qué tan fácil resulta abrir y operar una tortillería, hasta qué tan libre es la importación de maíz.