¿Por    qué, cuando algún sector de la actividad económica encuentra problemas, desde los consumidores que se enfrentan al alza en el precio de alguna mercancía, hasta los productores que afrontan la competencia de las importaciones, la primera reacción de los afectados es pedir la intervención del gobierno? Ya lo vimos, aumentó el precio de la tortilla y el gobierno, presionado, puso en marcha el Programa para Estabilizar el Precio de la Tortilla. Y lo volvimos a ver: en unos cuantos meses, según lo pactado en el marco del TLC, concluirá la apertura de los mercados nacionales a la importación de productos agropecuarios provenientes de Estados Unidos y Canadá, lo cual traerá consigo más competencia para los productores nacionales, y el gobierno, presionado, ya anunció el programa Acciones para la Competitividad del Maíz, Frijol, Caña de Azúcar y Leche, cuyo objetivo es “apoyar a los productores (…) de manera que puedan estar preparados para sacar una mayor ventaja de esta nueva etapa”.

¿Por    qué, cuando algún grupo de agentes económicos encuentra problemas, su primera reacción es pedir la intervención del gobierno? Porque el gobierno, además de serlo, pretende ser desde ángel de la guarda, y preservarnos de todos los males (el alza de precios, por ejemplo), hasta hada madrina, y concedernos todos los bienes (por ejemplo, la competitividad). Y el gobierno debe protegernos de un mal, la violación de nuestros derechos, y concedernos un bien, la impartición de justicia, pero no debe, ¡y de hecho no puede!, ni preservarnos de todos los males, ni concedernos todos los bienes. Si así lo hiciera sería responsable de todo, lo cual traería consigo una consecuencia nefasta: nosotros seríamos responsables de nada, es decir, irresponsables de todo.

¿Qué nos hace pensar que el gobierno hará bien todo lo que se propone hacer? ¿Realmente estabilizará el precio de la tortilla? ¿De verás contribuirá a elevar la competitividad de los productores de maíz,  frijol,  caña de azúcar y  leche? ¿Y lo hará desde el punto de vista del cual los economistas entienden estos dos conceptos: estabilidad de precios y competitividad de productores, punto de vista que supone la no intervención del gobierno? Porque la estabilidad de precios a partir de la intervención del gobierno es control de precios, que termina generando inestabilidad. Y la competitividad de los productores a partir de esa intervención gubernamental es apoyo, protección, subsidio que, uno, muestran la falta de competitividad de quienes los reciben y, dos, inhiben la verdadera competitividad.

¿Qué nos hace pensar que el gobierno hará bien todo lo que se propone hacer si, para empezar, es in capaz de realizar correctamente la primera de todas sus tareas, cobrar impuestos, de la cual dependen todas las demás? Y a las pruebas me remito: según un estudio realizado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, el ITAM, y la Universidad de Guadalajara, la U de G, publicado por el Servicio de Administración Tributaria, el SAT, la evasión de impuestos en México, considerando nada más el IVA y el ISR, es del 27 por ciento, lo cual quiere decir que el fisco deja de recaudar uno de cada cuatro pesos que debería recaudar.

Y después de la recaudación de impuestos, ¿cuáles son las dos tareas irrenunciables del gobierno? Garantizar la seguridad contra la delincuencia e impartir justicia, que supone no solamente castigar al delincuente, sino restituir a la víctima del delito. ¿Y qué tan honesta y eficazmente lleva a cabo el gobierno estas tareas?

Si el gobierno no puede cobrar los impuestos que debe; si no es capaz de garantizar la seguridad contra la delincuencia; si deja mucho que desear en materia de impartición de justicia, todas ellas sus tres tareas naturales, ¿será capaz de hacer bien tareas que van desde la estabilización del precio de la tortilla hasta el apuntalamiento de la competitividad de productores agropecuarios? ¿No será que se le están pidiendo peras al olmo?