Pues ahora resulta que René Bejarano es completamente inocente. Este 14 de marzo el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal determinó que el ex diputado local y ex secretario particular de Andrés Manuel López Obrador no usó el dinero que recibió del contratista Carlos Ahumada, como lo vimos todos en videos difundidos ampliamente por la televisión mexicana, para financiar las campañas políticas del PRD en el 2003.

Y qué bueno que los videos están disponibles y los podemos ver las veces que queramos, porque si no los magistrados seguramente habrían determinado que la entrega de un maletín de dólares en efectivo, con todo y ligas, nunca ocurrió.

El final del proceso nos ratifica mucho de lo que hay de deficiente en el sistema de justicia de nuestro país. Los juicios en México tienen mucho más que ver con cuestiones de procedimiento que con lo que realmente ocurre. Si bien Bejarano afirmó públicamente en muchas ocasiones que el dinero recibido lo había utilizado para las campañas del PRD del 2003, y en particular para la de Leticia Robles que habría de ser jefa delegacional en Álvaro Obregón, en las actas del juzgado las pruebas de todo esto desaparecieron.

Me imagino que si Bejarano hubiera decidido negar la recepción de los dólares de Ahumada, lo habría podido hacer, ya que los videos, grabados de manera subrepticia, seguramente no habrían sido admitidos como prueba legal de la entrega. Me imagino que sólo una entrega ante notario habría tenido fuerza de ley de nuestro sistema.

Queda claro, por otra parte, que la influencia de los políticos poderosos es definitiva en el sistema de justicia mexicano. Mientras René Bejarano queda no sólo en libertad sino completamente exonerado, Carlos Ahumada, el contratista que le entregó el dinero, está en la cárcel. Cada caso que gana Ahumada es seguido por una nueva acusación que lo mantiene en “prisión preventiva”. De esta manera, el gobierno perredista del Distrito Federal ha logrado castigar, sin tener que comprobar sus acusaciones, a un contratista a quien considera un traidor a la causa.

Ahí está el caso también de Carlos Imaz, quien sí cumplió con una condena por haber recibido dinero de Ahumada. Tenemos, al parecer, dos sistemas de justicia. Y el que se aplica a los verdaderamente poderosos, como Bejarano, es distinto del que sufrimos el resto de los ciudadanos.

La exoneración de Bejarano, por supuesto, deja muchas preguntas abiertas. Si el ex presidente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal no utilizó el dinero para financiar las campañas electorales del PRD, como él mismo lo dijo, ¿entonces para que usó el dinero? ¿Dónde lo depositó? ¿A quién se lo entregó? ¿Mintió él cuando dijo que lo había empleado para las campañas del 2003 y en especial para la de Leticia Robles? ¿Mintió Robles cuando afirmó que ella nunca vio el dinero? ¿Fueron esos 45 mil dólares un simple regalo de Ahumada? ¿Pagó Bejarano impuesto sobre la renta por él?

Pero ¿a quién le importa? Bejarano sigue operando políticamente. Y ahora lo hace con su certificado en la bolsa, el cual lo libera de cualquier responsabilidad por esa entrega de dinero que todos vimos en video en su momento.