El Banco de México ha cumplido 80 años, y lo ha hecho en un momento en el cual, como nunca antes en los últimos treinta y cinco años, cumple con la única tarea que justifica su existencia: mantener la estabilidad de precios y preservar el poder adquisitivo del dinero, contribuyendo así al progreso económico de los mexicanos: el dinero sano y fuerte es el medio indispensable para potenciar, por medio del ahorro, la inversión y el intercambio, la economía. ¿Y cuál es el dinero sano y fuerte? El que preserva su poder adquisitivo, es decir, el que no está sujeto a la inflación, misma que en México ha estado presente de 1971 a la fecha, si  bien es cierto que hoy, con una inflación anual de 3.05 por ciento en octubre pasado, nos encontramos a cinco centésimas de punto porcentual de alcanzar la estabilidad monetaria, definida como una situación en la cual el comportamiento esperado de los precios no influye en las decisiones de los agentes económicos o, dicho de otra manera, como un escenario en el cual la evolución de los precios se vuelve irrelevante, lo cual supone una inflación anual no mayor al 3 por ciento. ¿Cuánto falta para alcanzarla? Cinco centésimas de punto porcentual.

El Banco de México fue inaugurado el 1 de septiembre de 1925, y a lo largo de estos primeros ochenta años de banca central en México ha habido de todo: estabilidad monetaria e inflación, ésta última a partir de 1971. En el cuadro I vemos la inflación promedio anual y acumulada, por sexenio, a partir de esa fecha.

Cuadro I

Inflación

Fuente: Banxico

La época de la inflación se puede dividir en un antes y después de la autonomía del Banco de México. Antes de la autonomía el Gobierno Federal tenía el poder para obligar al banco central a emitir dinero para financiar parte de su gasto. Ese poder hizo posible que el desorden fiscal se tradujera en desorden monetario, desórdenes que terminamos pagando, con la pérdida del poder adquisitivo de nuestro dinero, todos. Fueron los sexenios de Echeverría, López Portillo y De la Madrid. Después de la autonomía, a partir de 1994, ningún poder, comenzando por el Gobierno Federal, puede obligar al Banco de México a emitir dinero para financiar gastos, lo cual ha obligado a un menor desorden (¡ojalá y pudiera decir a un mayor orden!, algo que no puedo hacer por una razón muy sencilla: el crecimiento de la deuda interna), en materia fiscal y, poco a poco, a la reducción de la inflación y a la vuelta de la estabilidad monetaria, hacia la cual se ha avanzado, de manera importante, en los primeros años del siglo XXI: la inflación promedio anual del 2001 al 2004 fue 4.8 por ciento, promedio que, si terminamos este 2005 con inflación de tres puntos porcentuales, se reducirá a 4.4 por ciento.

El reto inmediato es lograr una inflación anual no mayor al tres por ciento. El mediato, una vez alcanzada esa inflación, mantenerla no mayor a los tres puntos porcentuales. Hacia allá vamos y allá debemos llegar.

Por lo pronto, feliz aniversario, Banxico.