Una vez legalizado el aborto en la Ciudad de México decidí, por lo menos durante algún tiempo, no tocar el tema. Sin embargo, dados algunos comentarios leídos y escuchados al respecto, el tiempo a lo largo del cual yo tenía previsto no tocar el tema se ha acortado y hoy vuelvo a la carga.

El primer punto que quiero comentar es uno que, en la gran mayoría de los casos, tanto de parte de los aqueos, como de los troyanos, se pasó por alto, siendo, ni más ni menos, el que verdaderamente importa en este asunto: ¿debe el Estado y sus leyes permitir que unos maten a otros? Que penalizado o despenalizado el aborto habrá mujeres que aborten, sí. Que despenalizada la interrupción voluntaria del embarazo el riesgo de la mujer que aborta se reduce, sí. Que la despenalización del aborto respeta la decisión de cada mujer de abortar o no abortar, sí. Que independientemente de que esté penalizado o despenalizado, y al margen del riesgo que en cada caso corre la mujer que aborta, cada aborto implica la muerte del ser abortado, sí, aunque algunos dirán que todo depende del momento en el que comienza la vida, lo cual me llevará, en la próxima entrega, al segundo punto - ¿en qué momento se inicia la vida humana? -, centrando la atención, por el momento, en el primero - ¿debe el Estado y sus leyes permitir que unos maten a otros, lo que en el caso del aborto implica que le permiten a la madre matar a su hijo?

¿Qué es aquello a lo que ningún Estado debe renunciar, y qué es aquello que toda ley debe reconocer y garantizar, antes que cualquier otra cosa? A lo que ningún Estado debe renunciar es a la defensa de los derechos del ser humano, comenzando por aquel sin el cual todos los demás salen sobrando: el derecho a la vida. Aquello que toda ley debe reconocer y garantizar, ¡antes que cualquier otra cosa!, es, precisamente, el derecho a la vida. ¿Quién, de quienes están leyendo estas líneas, no están de acuerdo? ¿Hay alguien, entre mis lectores, que considere que antes que reconocer y garantizar el derecho a la vida, las leyes deben reconocer y garantizar algún otro derecho? ¿Existen, entre quienes esto leen, quienes creen que el Estado debe, antes que defender la vida de las personas, llevar a cabo alguna otra tarea, más importante que aquella? En pocas palabras: ¿existe algún derecho anterior y superior al derecho a la vida?

¿Debe el Estado permitir que unos maten a otros? ¿Deben las leyes desconocer y desamparar el derecho a la vida? Usted, lector, ¿qué responde? Haciendo de lado el caso del aborto, ¿cuál es su respuesta? Si está indeciso le ayudo a decidirse, preguntándole lo siguiente: ¿qué es lo primero que usted le exige, para usted y los suyos, al Estado y a sus leyes? Usted, ¿estaría dispuesto a vivir en un país en el cual el Estado y sus leyes reconocieran y garantizaran cuanto derecho existe, menos el derecho a la vida? Vuelvo a la pregunta: ¿debe el Estado permitir que unos maten a otros? De que puede, puede, pero la pregunta es si debe: ¿debe?

En torno a la despenalización del aborto la cuestión no es si la mujer tiene o no el derecho al aborto, o si, despenalizado, los riesgos para las mujeres que abortan se reducen. No, la cuestión es si el Estado y sus leyes deben permitir que unos maten a otros, pregunta cuya respuesta es negativa, sin olvidar que el Estado que permite la violación del derecho a la vida pierde legitimidad, y que las leyes que no reconocen y no  garantizan dicho derecho son leyes injustas, no existiendo mayor problema social (en el sentido de que afecta a todos los miembros de la sociedad) que el de las leyes injustas.

Llegados a este punto, queda por responder la siguiente pregunta: ¿en qué momento comienza la vida del ser humano? ¿A partir del primer segundo de la treceava semana de gestación, y ni un segundo antes?

Continuará.