La llamada Reforma Integral de la Hacienda Pública muestra los límites que la ignorancia, la ideología y los intereses creados imponen a la corrección y sensatez en materia fiscal, sobre todo tributaria, y la mejor prueba de ello es el rotundo no que muchos pronuncian con relación al IVA en alimentos y medicinas, siendo que ese impuesto es el mejor para conseguir que los informales tributen, pese a lo cual el no, resultado de la ignorancia, la ideología y los intereses creados, es rotundo, razón por la cual, en la llamada Reforma Integral de la Hacienda Pública, brilla por su ausencia.

Ante la ignorancia, la ideología y los intereses creados da gusto encontrar gente que idea maneras para, en este caso, “vender” el IVA a medicinas y alimentos. Tal es el caso del Dr. Arturo Garza Carranza, profesor de políticas públicas de la Universidad de Chapingo, quien me hizo llegar la siguiente propuesta que ahora comparto con mis lectores.

El doctor Garza comienza su argumento diciendo que “cualquier persona medianamente informada sabe que lo que requerimos es un sistema fiscal eficiente y competitivo, que nuestros competidores (…) se están concentrando en el IVA generalizado y reduciendo el ISR, y que lamentablemente la miscelánea fiscal que los priístas están obligando a proponer a Calderón es justamente lo contrario”, motivo por el cual propone lo siguiente. 1) Que el IVA se aplique absolutamente a todos los productos del mercado, sin excepciones (ni siquiera los alimentos y medicinas de la llamada canasta básica) para facilitar transacciones y evitar evasiones. 2) A cambio de ello, bajar el IVA del 15 al 10%. 3) Repartir los ingresos por el nuevo IVA en forma casi equitativa (40% de lo recaudado en cada municipio que vaya al gobierno federal, 30% al estatal y 30% al municipal). 4) Reducir a niveles competitivos internacionales el ISR (apoyo a los sectores productivos). 5) Eliminar el ofensivo pago de tenencia estatal y federal (apoyo a las clases medias). 6) Apoyar a los pobres de cada municipio con un pago directo mensual equivalente de su canasta básica y en el que cooperen en forma tripartita los tres órdenes de gobierno, para evitar usos partidistas de este subsidio. 7) Establecer una campaña que nos induzca a todos los consumidores a exigir una simple nota foliada de consumo que incluya el IVA. A principios de cada mes se haría un sorteo en el que a las últimas tres cifras de las notas del mes anterior que coincidan con el premio mayor de la Lotería Nacional se les reintegre el costo total de su consumo, y a las últimas cuatro con un premio de, por ejemplo, $ 500,000. Con este simple procedimiento, casi todos nos convertiríamos en honestos inspectores de Hacienda y casi nadie buscaría comprar en la economía informal, o forzaríamos a ésta a que se formalice y nos brinde también notas foliadas de consumo.

“Creo – nos dice el doctor Garza -, que aún es tiempo para forzar a que los priístas rectifiquen su cerrazón de “NO al IVA” (asumo que los perredistas están demasiado ardidos por su inesperada derrota para pedirles lucidez), si nos decidimos a divulgar que propuestas como la presente son la solución de fondo del país, y no el seguir viviendo principalmente del consumo de nuestro no-renovable petróleo”.

Sin duda alguna que la propuesta del doctor Garza es discutible pero, en esencia, apunta en la dirección correcta: impuesto generalizado y bajo al consumo, y reducción de los impuestos que gravan el ingreso, iniciativa que encuentra su principal enemigo en la ideología de izquierda, según la cual hay que gravar más a quienes más ganan (impuesto progresivo al ingreso) y no gravar el consumo de, sobre todo, alimentos y medicinas (no al IVA en medicinas y alimentos), ideología de izquierda que se encuentra muy extendida, inclusive entre gente que se considera de derecha (que, ¡ojo!, no es lo mismo que liberal).

Con relación a la “venta” del IVA en medicinas y alimentos, me viene a la memoria aquella canción de Mocedades, que dice: “En la plaza vacía nada vendía el vendedor…”, sin olvidar lo que sigue: “Y aunque nadie compraba, no se apagaba nunca su voz…”