Dicho sea con todo afecto para los argentinos: Su gran problema como país es que siguen atrapados en la veneración irracional a una demagoga –Evita- que murió de cáncer en 1952 y a su marido, igualmente demagogo, que llegó al poder hace 61 años.
No ha habido un psicoanalista, en ese país pródigo en ellos,
que logre que los argentinos procesen con sabiduría el duelo por las muertes de
Evita y de su esposo y superen ese prolongado bache en su historia que
podríamos llamar el populismo “boludo”.
Golpes de Estado, juntas militares fascistas, versiones de
izquierda y derecha del peronismo y hasta peronismo dizque “neoliberal”. Casi
todo han intentado y el país se hunde más en el atraso del populismo “boludo”.
¿Qué es ser “boludo”? El diccionario
recoge tal adjetivo típicamente argentino y define su significado: “Dicho de
una persona: que tiene pocas luces o que obra como tal”. Cualquier argentino
que se precie –y hay muchos- considera que es consustancial al argentino el ser
“vivo” (sagaz) y que no hay nada peor que ser “boludo”
o “hacer boludeces”.
Para desgracia de Argentina el peronismo inició en 1946 un
largo ciclo de “boludeces” que han llevado al país a
ser una economía menos que mediocre, después de haber sido una de las economías
más prósperas del planeta.
La misma dictadura militar de
Sólo alguien particularmente lúcido, como Jorge Luis Borges,
supo denunciar con sarcasmo esa enfermedad argentina en medio de la euforia –aparentemente
inexplicable- que desató el mundial de futbol de
1978: “No es posible que un país se sienta representado por los jugadores de futbol. Es como si nos representaran los dentistas.
Hoy la tragedia del populismo “boludo”
continúa. Mañana lo comentaré.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.