A una compañera de la Universidad le pregunté en días recientes si ya tenía algún candidato preferido para las elecciones presidenciales del 2006, su respuesta fue un poco distinta a lo que hubiera esperado: “No, ni siquiera tengo credencial de elector”, por supuesto que tenía que preguntar: “¿por qué no tienes credencial?, no podrás votar”, su respuesta fue directa: “yo no voy a votar, ¿para qué?, siempre ganan los mismos” (¡ouch!), ¿no que la educación es la solución?

Es muy común en esta ciudad el escuchar cotidianamente los lamentos y las quejas de las personas acerca de nuestros gobernantes y observar que exigen lo mejor en materia de dirigentes y legisladores, es más, hace poco en el Zócalo de la capital se reunió un grupo de personas para orar y pedir a Dios que la situación del país mejore, la pregunta es: ¿por qué meter a Dios en esto?, hay muchas formas de solucionar los problemas que enfrenta el país pero ciertamente rezar no es una de ellas.

No dudo acerca de la capacidad de algunos grandes personajes para “predicar con el ejemplo” y tampoco tengo ninguna duda de que nuestros legisladores y mandatarios adolecen de esta capacidad, pero ¿y si en lugar de quejarnos nosotros mismos hacemos lo que ellos no pueden y somos nosotros los que “predicamos con el ejemplo”?, no es tan difícil, es cuestión de que cada uno haga lo que le toca.

Pero además, es hacerlo sin la clásica pesadez y fatalidad tan nuestra, es cierto que poner un negocio sin permiso es más cómodo que ir hacer filas y esperar más de 40 días hasta que un gentil burócrata nos de la autorización pero no se trata de eso, es un trámite que hay que cumplir, simplemente hagámoslo sabiendo a su vez que esa actitud será de ayuda para nuestra sociedad.

La gente organizada puede lograr cosas muy grandes, esto es muy cierto pero también lo es que si vamos a pedir que se respeten nuestros derechos también tenemos que cumplir con nuestras obligaciones, puede ser que una colonia no tenga un buen alumbrado público y pida que se mejore, hasta ahí irán todos juntos pero si después la autoridad pide los permisos para operar los negocios en esa colonia y estos no existen, o se da cuenta de que algunas casas ilegalmente bloquean lugares en su banqueta o que por comodidad algunos toman calles en sentido contrario entonces la gente ya no querrá ir hasta la autoridad, al enfrentar los problemas como grupo también, como grupo, nos acarreamos responsabilidades y muchos no quieren saber nada de ellas.

Al realizar una caminata es impresionante lo que ves: personas que tiran basura a la calle, personas groseras que no pueden ni ayudar a ubicar a alguien perdido y ni siquiera se detienen a mirarlo, personas que se burlan de que alguien se caiga, personas que parece que si vas conduciendo y te metes en su carril es peor que un insulto a la patria, personas que se pasan los semáforos cuando están en luz roja, total: “no viene nadie”, sí, se ven personas groseras, sucias y maleducadas, y no empecemos con que algunos de ellos son muy pobres y por tantas preocupaciones que tienen son así, la pobreza no es sinónimo ni de suciedad ni de grosería ni de mala educación, y después serán estas mismas personas las que escucharemos quejándose de lo mal que estamos representados en las cúpulas del poder.

Y mejor ya ni hablamos de la gran cantidad de ciudadanos que fomentan la corrupción desde la “mordida” al agente de tránsito hasta la “ayuda” al encargado del verificentro para que el automóvil obtenga una calcomanía que no le corresponde y circule diario.

No existe la conciencia de lo que nos toca como ciudadanos, y ¿cómo va a existir si no existe la mínima educación ecológica, cívica o vial?, tenemos que empezar desde muy abajo, por lograr que la gente sepa su papel primero como individuos y luego como parte de una sociedad, el problema es que esta educación debería aprenderse en los hogares y eso no está sucediendo, dejamos que la escuela se encargue de eso, y a lo mejor si desde una educación primaria se lograran rescatar valores y principios, se lograrían crear conciencias jóvenes de lo que es mejor para todos, se empezaría por hacer lo que nos toca y después de hecho esto entonces si se podría pedir que nuestros gobernantes actuaran tal y como nosotros lo hacemos, entonces sí, cualquier queja sería bien justificada.

La última duda de este escrito es ¿en estos momentos la educación va por buen camino?, yo creo que debe de mejorar en muchos aspectos, el gran reto que enfrenta la educación desde mi punto de vista es el de crear la conciencia de que es “necesario” que cumplamos primero nosotros y así exigir auténticos “representantes” de nuestros intereses en el poder. No podemos permitir que mañana, como hoy, haya jóvenes con nivel licenciatura que digan: “yo no voy a votar, ¿para qué?, siempre ganan los mismos”.