¿Quién está dispuesto a tomarle la palabra al secretario de Hacienda? De ello depende, nada más, ni nada menos, que un mejor futuro para un mayor número de gente. ¡Nada más, ni nada menos!
La competencia, de entrada entre
oferentes, es la clave del progreso económico, competencia que debe darse, en
todos los mercados y en todos los sectores de la actividad económica, para lo
cual se requiere, uno, abrir todos los mercados, a todas las mercancías,
provenientes de todo el mundo y, dos, abrir todos los sectores de la actividad
económica a todo aquel, nacional o extranjero, que quiera participar, aperturas
que en México dejan mucho que desear. Solamente así se conseguirá la mayor
competencia posible, en todos los mercados, y en todos los sectores de la
actividad económica, todo ello en beneficio del consumidor, sin olvidar,
primero, que de todas las actividades económicas el consumo es la terminal, la más importante, aquella por la cual se llevan
a cabo todas las demás y, segundo, que consumidores somos todos.
Es por ello que hay que aplaudir las
recientes declaraciones del secretario de Hacienda, Agustín Carstens,
quien la semana pasada dijo que "para alcanzar mayores niveles de
competitividad e inversión será necesario contar con competencia efectiva en
todos los sectores", competencia efectiva, en todos los sectores, como
medio para alcanzar mayores niveles de competitividad, es decir, como medio
para beneficiar, de mejor manera, a los consumidores, ya que la competencia
entre empresas da como resultado la competitividad en las empresas, la trilogía
de la competitividad - menores precios, mayor calidad y mejor servicio -, no
debiéndonos conformar los consumidores con menos, razón por la cual hay que
apoyar lo dicho por el secretario de Hacienda, dicho que, hasta el momento, no
pasa de ser tal, dicho, debiendo de convertirse en hecho, para lo cual hay que
superar dos obstáculos: los intereses creados y los prejuicios ideológicos,
intereses creados que encontramos, sobre todo, en el sector empresarial, entre
aquellos empresarios que disfrutan del monopolio, o por lo menos de una
posición dominante en su mercado, prejuicios ideológicos que se encuentran,
ante todo, entre políticos, gobernantes y legisladores, sin olvidar académicos,
intelectuales y periodistas, intereses creados y prejuicios ideológicos que han
sido, en los últimos años, los principales obstáculos para llevar a cabo las
reformas estructurales, sobre todo aquellas que tendrían un impacto positivo en
el bienestar de los consumidores, como lo sería la energética, que simple y
sencillamente no será tal si no elimina los monopolios gubernamentales en
materia de petróleo y electricidad, para lo cual no es necesario, aunque sí
deseable, eliminar PEMEX o CFE, sino simplemente sujetarlos a la disciplina de
la competencia, para lo cual bastaría que las leyes permitieran que todo aquel
que quiera participar en tales actividades económicas lo pueda hacer, algo que
unos cuantos no están dispuestos a permitir, con el pretexto de la soberanía y
demás petates del muerto.
Más allá de los efectos que la
apertura de todos los mercados, y de todos los sectores de la actividad
económica, tendría en materia de competitividad y productividad, y por lo tanto
en materia de bienestar del consumidor, hay que tener en cuenta que solamente
así, abriendo todos los mercados, a todas las mercancías, provenientes de todo
el mundo, y abriendo todos los sectores de la actividad económica, a todo
aquel, nacional o extranjero, que quiera participar, se garantiza el derecho a
la libertad para trabajar, invertir y emprender, para intercambiar y consumir,
así como la propiedad sobre los medios de producción, derechos que el cierre de
mercados, y de sectores de actividad económica, viola, sin olvidar que la
calificación de México en materia de libertad económica es 6.6 y, en materia de
propiedad, 4.5, todo ello en escala de 0 al 10.
¿Quién está dispuesto a tomarle la
palabra al secretario de Hacienda? De ello depende, nada más, ni nada menos,
que un mejor futuro para un mayor número de gente. ¡Nada más, ni nada menos!
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.