En año de elecciones los demócratas utilizan el temor de forma malévola. A diario le gritan al pueblo “ahí viene el coco” para que Bush proceda con el exigido rescate, barrer la basura debajo de la alfombra y han logrado su propósito, una economía operando en pánico a punto de revuelta.
Aseguran
los expertos el ser humano al nacer, es similar a una computadora sin programa
con un especial don; una total ausencia de miedos y temores. Los temores en
nuestro equipaje de adultos, son instalados por nuestros padres y pueden ser
saludables cuando nos protegen, o, totalmente destructivos cuando nos
inmovilizan.
Quien no
recuerda aquella espeluznante advertencia cuando éramos pequeños; “si no te
portas bien te va a comer el coco.” Al momento del aviso “ahí viene el coco,”
abandonábamos la actividad promotora de tal arribo y corríamos buscando
refugio, para permanecer inermes hasta que el imaginario ser desapareciera de
nuestro espacio.
El
economista, Martin Wolf, recientemente publicó un
extraordinario artículo titulado; “El temor hace un bienvenido retorno” y lo
iniciaba con una cita: “En determinados periodos, contingentes de gente
estúpida acumula increíbles cantidades de dinero igualmente estúpido. En
ciertos intervalos, ese dinero se torna gigantesco y hambriento busca a quien
devorar; siempre encuentra su presa, surge la especulación, se inicia la
bacanal producto del moderno e inepto coco que no provocó temor, entonces
arriba el “pánico.”
Los
pánicos preceden a las manías como la noche sigue al día. Nuestro entorno
actual ha sido uno en el que, sin ingreso, sin empleo estable, surgieron
hipotecas del 100%; el de has con tu dinero lo que te dé la gana siempre y
cuando pagues comisiones. Un mundo en el que por una línea de producción
entraba un horripilante crédito, y emergía al final de la misma como bono
calificado AAA producto de la popular alquimia financiera. Ha sido un mundo de
frivolidad estilo López Portillo, y demasiado crédito barato.
Sin
embargo, esto no es algo nuevo, es tan antiguo como la civilización y tenemos
antecedentes. El proceso se inicia con el desplazamiento de algunos eventos que
cambian la percepción de la gente cuando se asoma al futuro. A ello le sigue
olas de inflados precios en los sectores sujetos del cambio. La tercera etapa arriba
como una bacanal de crédito con ayuda de los inventores de “la innovación
financiera.”
La cuarta
etapa son las parrandas de compra-venta cuando los mercados descubren esa
oleada de nuevos pendejos. La quinta etapa se
distingue por la euforia cuando el ignorante espera disfrutar de la riqueza
acumulada por aquellos que llegaron antes que él. Las advertencias de quienes
gritan, burbuja, son tachadas de ridículas puesto que esos pitonisos
nunca le atinan (The Mexican
Miracle 1993). La sexta etapa llega cuando se
pretende extraer las ganancias de ese nudo gordiano. Finalmente llega la
revuelta estilo macheteros de Atenco.
La
revuelta actual se inició con grandes recortes de intereses desde los años 90
los que, al convertirse en liquidez excesiva, inflaron los precios de las
viviendas y hundieron al NASDAQ. Luego se procedió a estimular el crédito con
innovaciones que permitieron a quienes operaban las hipotecas, considerar sus
servicios problemas de alguien más al vender sus papeles en mercados secundarios.
La gente
empezó a comprar casas, no para habitarlas, sino para especular. Los subprime (hipotecas basura) eran el reflejo de esa euforia.
Los banqueros, al igual que sucedió con los junk bonds, cómodamente se dedicaron a invertir en “fondos
especiales” obscenamente apalancados por instituciones billonarias.
Llegó luego la etapa de la extracción de ganancias y magia…pánico y la
revuelta. Llegó también la inevitable cruda y el océano de crédito se secó.
Sin
embargo, el proceso que vivimos en estos momentos no solo es importante, es muy
interesante. El papel de los bancos centrales no es salvar instituciones, sino
proteger al mercado. Los bancos centrales de Europa, Inglaterra, EU, Japón,
hacen lo correcto al inyectar liquidez a los mercados. A los mercados
financieros y, en especial, a los “grandes especuladores,” les urge adquirir
una dosis de temor que han perdido sabiendo que, por más agresivas sean sus
piruetas en lo alto del trapecio, abajo está la red de los gobiernos para
detener su caída. Sin ese saludable temor, cada vez actúan más irracionalmente
y ello conduce al caos, al pánico y las revueltas.
Hoy día,
es prácticamente imposible regular un sistema financiero global infectado por
intereses en conflicto, dominado por derivativos, operaciones de fondos
temerariamente endeudados utilizando nebulosas formulas matemáticas, y modelos
estadísticos cuestionables. Estos mercados se deben regular ellos mismos y la
única forma de lograrlo, es permitiendo operar la creativa destrucción de Schumpeter y los mal portados, al no temer ignorando
riesgos, sean devorados por el coco real.
En los EU
se torna especialmente interesante cuando el proceso tiende a semejarse a un
FOBAPROA. Un conocido especulador, exigiendo ser rescatado, ataca al presidente
del FED gritando: “Es un burócrata. Nosotros hemos estado en esta actividad
durante 25 años. Mi gente está a punto de perder sus trabajos y otras firmas a
punto de quebrar. Este hombre es un inepto.” Es cuando yo pregunto ¿El
capitalismo es para los pobres y el socialismo para los ricos? Este punto de
vista no sólo es ofensivo, puede ser catastrófico y en México lo sabemos bien.
El mundo
ha navegado cuatro burbujas las últimas dos décadas. La del mercado japonés a
finales de los 80s. La del Este Asiático y la mexicana a mediados de los
90s. La de las bolsas americanas y
europeas a finales de los 90s. Finalmente, la actual en el mercado inmobiliario
afectando gran parte del mundo. Ello ha sido consecuencia de que, portando
paracaídas, se den irresponsables manejos financieros a nivel mundial
provocando caos, pero luego emergen los bancos centrales y el FMI al rescate.
En año de
elecciones los demócratas utilizan el temor de forma malévola. A diario le
gritan al pueblo “ahí viene el coco” para que Bush
proceda con el exigido rescate, barrer la basura debajo de la alfombra y han
logrado su propósito, una economía operando en pánico a punto de revuelta. Le
gritan a Bush ahí viene el coco de China, cuando
enfrenta una situación similar a la que manejó Reagan
cuando pretendieron asustarlo advirtiéndole, si los EU no se modificaban a
semejanza de los japoneses, los nipones los enterrarían.
Curiosamente
se acaba de dar a conocer el dato de que, la economía de China es un 40% menor
de lo estimado.
Sin
embargo, Reagan se dio al desmantelamiento del
cuasimodo Keynesiano y, cuando se ignoró al coco herencia de Carter, se daba el desplome de la bolsa en 1987 pero no
hubo rescate. El mercado se recuperó sin esteroides, los EU doblaron su PIB en
los 80s, Japón cayó en una profunda depresión en los 90s, y
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.