Para entender el orquestado “rechazo” a la liberalización comercial de maíz, frijol, azúcar y leche en polvo en el marco del TLCAN, hay que considerar que el libre comercio disminuye, invariablemente, el número de pobres y, por lo tanto, afecta gravemente el negocio de quienes han explotado políticamente por décadas la pobreza de los campesinos, en lugar de haber explotado, productivamente, la riqueza potencial del campo mexicano.
La pobreza es uno de los filones más lucrativos del
oficio político. El negocio radica en exaltar y exacerbar las condiciones de
pobreza, al tiempo que se predican con vehemencia la justicia social y la
igualdad. El resultado es casi automático: A mayor número de pobres, mayores
presupuestos para gasto social, mayores subsidios para “aliviar” las
condiciones de pobreza (subsidios manejados por los políticos) y mayor número
de votos en la bolsa de los políticos que se han especializado en la
explotación de la pobreza.
Uno de los pasajes más célebres de la prolífica obra
de Karl Marx es aquél en el
que se refiere vehementemente a la religión como “opio del pueblo”. Mucha gente
repite la frasecita final del argumento marxista sin conocer siquiera el pasaje
completo que dice más o menos así: La religión es la sublimación de la miseria,
es el suspiro de la criatura abrumada, es la esperanza de quien ha perdido toda
esperanza; es decir: la religión es la “súper estructura” que refleja las condiciones
de opresión y alienación que subyacen en la “estructura”, esto es: en las
relaciones de producción. En otras palabras, según Marx
creemos en otra vida porque ésa es la única salida que encontramos para
consolarnos por nuestra condición alienada y porque la religión nos permite
confiar en que las injusticias que padecemos en esta tierra serán resarcidas y
corregidas en la otra vida. Marx añade que en la
medida que tiene éxito la religión como “opio” o consuelo, en esa misma medida
se refuerzan las condiciones de explotación, es decir: Se refuerza el despojo
de la plusvalía a los trabajadores por parte de quienes poseen los medios de
producción.
El filósofo italiano Augusto del Noce
–quien acuñó el término “eurocomunismo” en los años 70 del siglo pasado- decía
que ese célebre pasaje de Marx se aplica puntualmente
–con exactitud asombrosa- al papel que juega el marxismo como ideología y toda
la parafernalia derivada del marxismo y del socialismo, en las sociedades más o
menos libres en las cuales el socialismo más o menos marxista no ha llegado al
poder, sino que juega el papel de eterna oposición: Ahí donde Marx puso “religión” pongamos el vocablo “marxismo” o
“populismo” o “prédica igualitarista” y obtenemos un retrato fiel del
izquierdismo y de su rentabilidad como bandera política. Fijémonos, por
ejemplo, que en las sociedades comunistas, como Cuba o China o Corea del Norte,
los dirigentes políticos terminan por borrar de su lenguaje la prédica contra
la desigualdad: No es porque esas sociedades hayan llegado, milagrosamente, a
ser perfectamente igualitarias, sino porque una vez que logra el poder absoluto
el izquierdismo deja de ser rentable y se vuelve subversivo. Pero sobre todo
fijémonos en que la misma prédica igualitarista del izquierdismo común tiende a
reforzar las condiciones de pobreza e incluso a exacerbarlas, del mismo modo
que un astuto vendedor de droga promueve las adicciones como el mejor medio
para mantener y expandir su negocio.
Ahora pensemos si a organizaciones políticas como
Pensemos si a un pequeño agricultor exitoso y más o
menos próspero –que, por ejemplo, exporta sus cosechas de pepinos o de cebolla
a Estados Unidos y Canadá- le sirve de algo
A lo largo de la historia y en los más diferentes
países ha quedado demostrado con hechos que el libre comercio disminuye la
pobreza, porque permite a los consumidores (y todos somos consumidores, también
los pobres) tener acceso a mejores precios y mejores calidades, al poder elegir
entre una mayor variedad de ofertas. ¡Por eso el libre comercio es tan
amenazante y peligroso para el izquierdismo retórico!, ¡porque les achica el
negocio y puede llegar a suprimírselos!
En los últimos 14 años, los que van del primero de
enero de 1994 al primero de enero de 2008, nadie ha podido demostrar en México
que la mayor libertad comercial lograda por el TLCAN haya empobrecido a los
pobres en México; por el contrario, la apertura comercial ha permitido que
millones de pobres ahora tengan refrigeradores, hornos de microondas, lavadoras
y hasta computadoras en sus casas o automóviles para pasear o para ir a sus
trabajos. Es decir: En los últimos 14 años el TLCAN ha mermado la base cautiva,
el mercado a explotar, del izquierdismo retórico. En los últimos 14 años se han
cumplido los peores temores de quienes exitosamente habían explotado,
políticamente, por décadas, la pobreza y a los pobres.
Esta es la lógica, sin adornos ni embustes, detrás de
la oposición de importantes grupos políticos, de connotados izquierdistas de la
academia y del periodismo y de otros líderes plañideros, a la liberalización comercial. Se les acaba el negocio. Por eso,
no faltan falsos académicos –en realidad, voceros de los explotadores de la
pobreza- que lamentan que el TLCAN esté acabando con “estilos de vida”
arraigados en México. ¡Claro que sí está acabando con dichos “estilos de vida”!,
empezando por el “estilo de vida” de padecer la miseria, generación tras
generación, esperando que los políticos nos avienten algunas migajitas de
subsidios, “apoyos”, limosnas… a cambio de sumisión y votos. Sí, el rechazo al
TLCAN es –como habría dicho el buen Marx- el suspiro
de la criatura abrumada. Lo inteligente NO es promover más llantos ni suspiros,
sino promover el libre comercio para que cada día haya menos “criaturas
abrumadas”. De eso se trata la productividad: de hacernos la vida más llevadera
no más abrumadora. Y no hay mejor acicate para la productividad que la competencia
libre en los mercados.
Con una auténtica liberalización comercial –algo que
estamos aun muy lejos de tener en México- quedarían atrás “estilos de vida” tan
“entrañables” como la mendicidad infantil, las colas para adquirir
leche Liconsa subsidiada, los acarreados a cambio de
una torta y un refresco, de la promesa de una casita o de un puesto en el
comercio ambulante, los políticos escenificando año con año en
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.