El presidente Calderón afirmó, en su participación en el foro México: Inversión y Crecimiento Económico, que “estamos fortaleciendo nuestras instituciones, estamos transformando nuestra economía", afirmación que, si por instituciones entendemos las económicas, y por transformar la economía entendemos, antes que otra cosa, el fortalecimiento de las instituciones, simple y sencillamente no es cierta. Vamos por partes.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que las instituciones, en el lenguaje de la teoría económica, son las reglas del juego, el marco jurídico de la actividad económica, que comienza por la Constitución, misma que, en nuestro caso, y en lo referente a su capítulo económico, deja mucho que desear, al ser una mezcolanza de todo lo que, en materia de economía, no funciona, desde planificación central, pasando por mercantilismo, hasta llegar al intervencionismo gubernamental, todo lo cual no funciona, de entrada, porque es contrario a la libertad individual y a la propiedad privada que, junto con la competencia, son los tres pilares del progreso económico.

Las instituciones son las reglas del juego y deben reconocer planamente, definir puntualmente y garantizar jurídicamente la libertad individual para trabajar, emprender, ahorrar, invertir, comercia y consumir, y la propiedad privada sobre los ingresos, el patrimonio y los medios de producción, algo que en México deja mucho que desear, y que exhibe los excesos y defectos del marco institucional, tal como lo muestra el Índice de Libertad Económica 2008, recientemente publicado por la Heritage Foundation, y el Índice Internacional de Derechos de Propiedad, también 2008, de reciente publicación por la Property Right Alliance. En materia de libertad económica, ¿cómo andamos en México? Sintetizo: calificación 6.6 sobre 10.0 y posición 44 entre 75 naciones. Y en materia de derechos de propiedad, ¿cuál es el resultado? Resumo: calificación 5.0 sobre 10.0 y lugar 66 entre 115 países, todo lo cual muestra lo mucho que el marco institucional de la economía mexicana deja que desear, comenzando por el capítulo económico de la Constitución que, desde el punto de vista de la lógica económica, y de los principios de la ciencia de la economía, no tiene ni pies ni cabeza, por más que más de uno (de entrada todos los gubernamentólatras, tanto de izquierda como derecha), se rasgue las vestiduras ante tal afirmación.

Lo primero que hay que hacer para transformar la economía es eliminar todos los excesos y defectos de su marco institucional, comenzando por el capítulo económico de la Constitución, algo que, ¡ni siquiera!, se ha propuesto: la reforma del Estado, en lo que tiene de modificaciones constitucionales, pasa por la reforma política del Estado, no por su reforma económica, lo cual es una lástima ya que, mientras no se elimine de la Constitución el actual capítulo económico, favorable a la planificación central, al mercantilismo y al intervencionismo gubernamental, y se sustituya por otro a favor de la libertad individual, la propiedad privada y la competencia (entre todos, y en todos los sectores de la actividad económica), seguiremos como hasta ahora, con resultados mediocres, como los obtenidos en los índices citados.

Por último recordar que, en el documento Temas Legislativos de la Agenda Nacional,  que presentó siendo presidente electo, Calderón señaló que la “condición fundamental (del crecimiento económico) es contar con instituciones eficaces”, y que “el marco institucional debe estar ordenado de tal forma que propicie la productividad y la generación de empleos”, afirmación que muestra que Calderón reconoce que el marco institucional de la economía deja que desear y que debe corregirse, corrección que, hasta hoy, sigue pendiente, tal y como lo muestran el Índice de Libertad Económica y el Índice Internacional de Derechos de Propiedad.