El fortalecimiento de la estructura de abasto energético es, antes que una cuestión de productividad y competitividad, un asunto de libertad y propiedad.
Fox propuso una lista de diez
medidas para “fortalecer de manera permanente la estructura del abasto
energético”, medidas que, de llegar a ponerse en práctica, fortalecerán (en
alguna medida, pero no en la que se necesita) de manera permanente (por lo
menos mientras no se dé marcha atrás) la estructura (que aún así requerirá un
cambio estructural) de la oferta (que seguirá siendo insuficiente e
ineficiente) de energéticos (cuya oferta debe ser eficiente y suficiente).
Dicho con otras palabras: de ponerse en práctica tal y como lo propuso el
presidente, el decálogo aliviará algunos de los efectos de la ineficiente
estructura de abasto insuficiente de energéticos, pero no eliminará la causa
del problema, y no lo hará porque los gubernamentólatras,
aquellos que creen que el gobierno lo debe y lo puede todo, no están dispuestos
a reconocer y garantizar, ni la libertad para emprender (por ejemplo: para
invertir y generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía
eléctrica), ni la propiedad privada sobre los medios de producción (por
ejemplo: las instalaciones, la maquinaria, el equipo, etc., necesarios para
generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer electricidad). Y esos gubernamentólatras abundan, sobre todo en el Poder
Legislativo, sin olvidar que en este sexenio, y muy probablemente en los
venideros, el Ejecutivo propone pero el Legislativo dispone.
¿Por qué hay que fortalecer la
estructura del abasto energético? Porque la misma es débil. ¿Y por qué lo es?
No porque carezcamos de los recursos naturales. No porque no haya capitalistas
dispuestos a invertir en la industria energética. Entonces, si hay recursos
naturales, y sí hay voluntad de parte de los capitalistas para invertir, ¿qué
falta? Que el Estado, sus leyes y sus gobiernos reconozcan y garanticen, uno,
la libertad de los capitalistas para emprender, ¡en cualquier actividad
económica, petróleo y electricidad incluidas!, y, dos, la propiedad privada de
los medios de producción, ¡en cualquier campo de la producción y el comercio,
comenzando por la electricidad y el petróleo!
¿Quién es el Estado, sus leyes y sus
gobiernos para prohibirle, a quien le diera la gana y tuviera los medios para
hacerlo, invertir en la producción y comercio de energéticos, sobre tomando en
cuenta, ¡y esto es lo primero que hay que considerar a la hora de analizar
estos asuntos!, que ninguna de ellas es una actividad delictiva, es decir, que
ninguna de estas actividades viola los derechos de terceros? Las únicas
actividades que el Estado, sus leyes y sus gobiernos deben prohibir y castigar
son las delictivas, que son las que atentan en contra de la vida (asesinato),
libertad (secuestro) y propiedad (robo) de las personas, no siendo el caso de
la producción y comercio de energéticos. Y, sin embargo, el Estado, sus leyes y
sus gobiernos nos las prohíben, prohibición que explica, en muy buena medida,
la debilidad de la estructura de abasto energético, cuyo
fortalecimiento es, antes que una cuestión de productividad y competitividad,
un asunto de libertad y propiedad.
Dos de las diez propuestas de Fox
apuntan en la dirección correcta: reformas constitucionales con el propósito de
complementar la inversión pública con inversión privada en exploración,
explotación y actividades relacionadas con el gas natural no asociado al
petróleo, y reformas a
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.