Introducción

La empresarial ha sido, de entre todas las manifestaciones de la acción humana, una de las menos comprendidas. ¿Quién admitiría, sin más, la afirmación de que el empresario es un benefactor de la humanidad? Pocos, ya que el afán de lucro, que es, al final de cuentas, el fin de toda empresa, es considerado, por la mayoría, y más por ignorancia que por otra razón, una especie de pecado original que mancha al empresario y todo lo que toca. Sin embargo, veámonos a nosotros mismos por un momento: ¿a quién le debemos los zapatos que nos calzan; las ropas que nos visten; el reloj que nos recuerda el paso del tiempo; la pluma con la que escribimos; la agenda electrónica que nos permite transitar por el día de manera ordenada; los anteojos que hacen posible la lectura de los números telefónicos de los amigos; las tarjetas de crédito y débito que (usadas con prudencia) nos facilitan la vida; esta PC en la cual escribo y este foro virtual que estás leyendo? ¿No será que, al final de cuentas, o por principio de ellas, la afirmación de que el empresario es un benefactor de la humanidad es cierta, lo cual no quiere decir, ¡que bueno!, que sea hermanita de la caridad?

Una pregunta, cuatro respuestas

Dada la poca comprensión en torno a la acción empresarial, en general, y a su esencia, en particular, vale la pena dedicar espacio y tiempo a su esclarecimiento, partiendo de la siguiente pregunta: ¿cuál es la esencia de la acción empresarial, entendiendo por esencia aquello que hace que una realidad sea esa y no otra? La respuesta puede ser quíntuple.

La esencia de la acción empresarial consiste, afirma la primera respuesta, en la producción de bienes y servicios. No, responde la segunda: la esencia de la acción empresarial no consiste en la producción de bienes y servicios, sino en el adelanto de los pagos necesarios a los distintos factores de la producción, necesarios para producir las mercancías. De ninguna manera, adelanta la tercera respuesta: la esencia de la acción empresarial no consiste, ni en la producción de bienes y servicios, ni en el adelanto del pago a los factores de la producción, sino en la inversión que tiene como fin producir más y mejor. La cuarta respuesta nos recuerda que el fin de la empresa debe ser (sí: debe ser), generar utilidades, razón por la cual la esencia de la acción empresarial es esa: obtener ganancias.

Sin duda alguna que cada una de las cuatro respuestas es correcta, en la medida en la que la acción empresarial consiste en la producción de bienes y servicios (capaces de satisfacer las necesidades de los consumidores); en el adelanto de los pagos necesarios a los factores de la producción (recursos naturales, capital y trabajo); en la inversión (en investigación científica; en desarrollo tecnológico; en instalaciones, maquinaria y equipo; en infraestructura, sobre todo de comunicaciones y transportes; en educación y capacitación), que es condición necesaria para producir más y mejor. La acción empresarial consiste en todo esto, pero no solamente en esto y, lo que es más importante, no esencialmente en esto.

Quinta respuesta

¿Cuál es, entonces, la esencia de la acción empresarial? La creación de nuevos bienes y servicios, lo cual implica una doble facultad: la de inventar esos bienes y servicios, y la de producirlos y comercializarlos con éxito. El verdadero empresario es mucho más un inventor que un productor, que un adelantador de pagos, que un inversionista, que un buscador de utilidades. Empresarios lo han sido desde Henry Ford hasta Bill Gates, no los compradores de oportunidad, no los especuladores bursátiles, no los prestamistas usureros, no los comerciantes cuenta chiles.

¿Empresarios?

Sin duda alguna que en México hay quienes producen bienes y servicios, quienes adelantan los pagos a los factores de la producción, quienes invierten para producir más y mejor (lo cual no implica producir algo nuevo, capaz de satisfacer mejor que lo viejo las necesidades de los consumidores) y quienes, al hacer todo lo anterior, logran alguna utilidad.  A ellos se les llama, de manera genérica, empresarios. ¿Pero cuántos de ellos lo son realmente, sobre todo si aceptamos que la esencia de la acción empresarial es la creación (desde su invención hasta su venta en el mercado), de nuevos bienes y servicios, capaces de satisfacer, de mejor manera, sobre todo desde el punto de vista cualitativo, las necesidades humanas?

Conclusión

El empresario, el verdadero empresario, es un creador. Es aquel que, por primera vez en la historia, toma un camino nuevo, guiado por su visión de lo que puede ser y, en muchos casos, de lo que debe ser. Como tal, pertenece a la estirpe de los filósofos, de los poetas, de los científicos, de los artistas, de aquellos que no se conforman con reproducir lo ya hecho, esforzándose por producir lo que falta; de aquellos que no se conforman con el mundo como es, y luchan por el mundo que debería ser. Sin embargo, a diferencia de los otros creadores, el empresario busca obtener una ganancia que es, al final de cuentas, la única medida de su éxito, pese a que la mayoría la considera el pecado de original de la acción empresarial, consideración que es la medida de su ignorancia.