Una causa típica del subdesarrollo es la blandura institucional. Comento hoy uno de tres casos recientes de blandura institucional que tienen serias repercusiones –nocivas, desde luego-, en la marcha de la economía mexicana. En los siguientes artículos comentaré los otros dos casos, entre muchos otros.
Blando: Que cede fácilmente al tacto; por
extensión: autoridad o regla que cede fácilmente a las presiones y da prioridad
al confort por encima del cumplimiento de lo, en apariencia, instituido o
pactado.
En dos ocasiones, en menos de siete meses, el
banco central ha postergado el plazo en el que deberá cumplir con la meta anual
de inflación que el propio banco se fijó: 3 por ciento. No han sido
aplazamientos menores, digamos de uno o dos meses, sino que en cada ocasión se
han anunciado aplazamientos ¡de un año!, lo que significa, entre otras cosas,
que la ansiada meta habrá de cumplirse, acaso, cuando haya terminado el periodo
del actual Gobernador del banco.
Se agradece la sinceridad del Banco de México
al informar públicamente de estos aplazamientos (“quien avisa, no traiciona”,
se dice) pero no es ésa la forma en que debería funcionar el mecanismo de
objetivos de inflación. En otras latitudes, digamos Nueva Zelanda, las metas se
pactan entre el banco y el parlamento o alguna otra representación de la
sociedad (no se las fija el agente responsable a sí mismo) y no son metas con
plazos movibles a voluntad del agente.
De hecho, el incumplimiento de las metas
pactadas implica sanciones severas para el agente, toda vez que se supone que
el correlato de la autonomía de la que goza (el banco es libre para usar todas
las herramientas de política monetaria posibles para alcanzar su propósito
último, que es la estabilidad de precios) es la obtención de resultados
mensurables en plazos determinados, que eso, y no otra cosa, son las dichosas
metas.
Esto no es un reproche al desempeño de tales
o cuales personas, sino la comprobación de que en este, como en muchos otros
casos, hemos “mexicanizado” instituciones, de probada eficacia en otros países,
haciéndolas “blandas”. Es un problema de diseño institucional deficiente; no de
personas. El resultado es que las instituciones pierden eficacia y
credibilidad.
Después diremos, reforzando el proceso de los
estándares “blandos”, que “ésas cosas
funcionan en otras partes, digamos en Nueva Zelanda, pero México es diferente”.
¡Oh, sí!
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.