Para 1998, la mayoría de los venezolanos eran pobres y sin esperanzas de salir de abajo. Tan desesperados estábamos que elegimos a un teniente coronel psicópata que sólo sabía manejar cuarteles y dar sangrientos golpes de estado.
Caracas
(AIPE)- Entre 1959 y 1998, Venezuela tuvo gobiernos razonablemente democráticos.
Fueron ocho administraciones que permitieron elecciones bastante libres y se respetaron
los resultados. Lamentablemente, esos gobiernos anteriores a la llamada revolución
"bolivariana" tuvieron un grave defecto: nunca entendieron de
desarrollo económico, nacionalizaron la industria petrolera y politizaron tanto
al Banco Central como al sistema judicial. A menudo les hicieron la guerra a inversionistas
y empresarios, tanto nacionales como extranjeros, que podían generar nueva riqueza
y más empleos. La situación económica empeoraba con cada nuevo gobierno. Para
1998, la mayoría de los venezolanos eran pobres y sin esperanzas de salir de
abajo. Tan desesperados estábamos que elegimos a un teniente coronel psicópata
que sólo sabía manejar cuarteles y dar sangrientos golpes de estado.
Desde el
primer día, Hugo Chávez empezó a debilitar el sistema democrático y a todas las
instituciones públicas y privadas, a crear odio entre los venezolanos, a
aliarse con cuanto terrorista internacional encontró, mientras nos prometía el
paraíso terrenal. El sistema legal lo ha rediseñado para ponerlo enteramente a
su servicio. El exagerado aumento del precio del petróleo, en parte provocado
por él mismo para desgracia del resto del mundo, le ha dado poder para comprar
conciencias dentro y fuera de Venezuela y para disimular el trágico fracaso del
“socialismo del siglo XXI”. Multiplicó y agravó todos los problemas que
encontró al asumir la presidencia.
La Venezuela
anterior a Chávez le abría sus puertas a los perseguidos en otras naciones y se
combatían dictaduras en el plano
diplomático, pero hoy aquí no se respetan los derechos humanos. Entonces nos
preguntamos: ¿donde están los mandatarios de la comunidad internacional que rechazan
a tiranos como el nuestro? ¿Cómo se permite el cinismo de Lula, quien afirma que
el problema de Venezuela es "exceso" de democracia o que el despojo
de RCTV, nuestro principal canal de televisión, se ajustó a derecho?
Entre tantos
episodios insólitos de falta de solidaridad con los venezolanos sobresale la experiencia
de dos comisarios de la Policía Metropolitana de Caracas, quienes solicitaron
asilo a la embajada de El Salvador. Los comisarios Henry Vivas y Lázaro Forero pidieron asilo el 26 de noviembre 2004 porque el
gobierno de Chávez había inventado que eran responsables de asesinatos cometidos
durante una protesta pacífica que marchó hacia el palacio de gobierno, el 11 de
abril de 2002. Decidieron culpar a policías de un alcalde originalmente chavista, pero que había dejado de serlo. El gobierno de El
Salvador no sólo les negó el asilo sino que los entregó a las autoridades. Para
aliviar su conciencia, buscó el apoyo de los representantes diplomáticos de
Costa Rica, México y Argentina, advirtiendo que los gobiernos de los cuatro
países se asegurarían de que el juicio fuese justo y que se respetarían los
derechos humanos de los acusados.
Hoy, esos
dos ex policías siguen presos en un calabozo sin ventilación, sin ventanas ni
mínimas facilidades sanitarias. Se les sigue el juicio más largo de la historia
venezolana, sin lograr probar delito alguno. El juicio lleva 29 meses y los
gobiernos de los cuatro países que iban a velar por los derechos humanos de los
acusados mantienen absoluto silencio.
Otro caso
notorio y reciente de falta de solidaridad con la democracia venezolana es Rodríguez
Zapatero aceptando petróleo barato. Zapatero y el
gobierno español no desconocen las horribles carencias del pueblo venezolano,
la situación de 26 presos políticos consumiéndose en las peores cárceles del
mundo, el discurso hostil de Chávez hacia España y su abierto apoyo a grupos
terroristas como FARC y ETA.
Ante la flagrante
indiferencia del mundo entero brilla una excepción: el nuevo alcalde de Londres,
Boris Johnson, quien dignamente se negó a seguir
recibiendo combustible barato para el transporte público londinense proveniente
de un país tanto más pobre y donde Chávez regala lo
que no le pertenece, sin rendirle cuentas a nadie.
___* Analista político venezolano.
© AIPE
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