A lo largo de más de tres horas, la clase política de nuestro país nos sometió a una avalancha de discursos políticos, pronunciados en un incomprensible lenguaje burocrático, con el propósito de sellar un acuerdo nacional para combatir la inseguridad y el crimen. Pero era evidente que el vervdadero propósito de la reunión era político. De otra manera se habría registrado un encuentro privado entre especialistas y jefes policíacos para desarrollar estrategias de lucha contra el crimen.
A lo largo de más de tres horas, la clase política de nuestro país nos
sometió este pasado 21 de agosto a una avalancha de discursos políticos,
pronunciados en un incomprensible lenguaje burocrático, con el propósito de sellar
un acuerdo nacional para combatir la inseguridad y el crimen.
El propósito de la reunión, que tuvo lugar en el Salón Tesorería de
Palacio Nacional, era evidentemente político. De otra manera se habría
registrado un encuentro privado entre especialistas y jefes policíacos para
desarrollar estrategias de lucha contra el crimen. En lugar de eso vimos una
reunión a la que asistió toda la clase política nacional y en que muchos de los
protagonistas políticos hicieron todo lo posible por ganar notoriedad al
presentarse a sí mismos como funcionarios o políticos realmente preocupados por
el combate a la violencia.
En medio de los discursos aburridos e incomprensibles se destacó, sin
embargo, la voz sensata, natural e incluso dura de Alejandro Martí, cuyo hijo
Fernando fue secuestrado en junio y ejecutado por sus captores: “Si piensan –dijo--
que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden,
renuncien; pero no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo
un sueldo por no hacer nada, que eso también es corrupción.”
De la reunión surgió un Acuerdo Nacional por
Algunas de las medidas son mejores que otras, pero lo importante en
estos casos no es la calidad de las medidas sino la voluntad para aplicarlas.
Por eso se han establecido tiempos y responsables para cada una de ellas. La
idea es que, en sesiones subsecuentes del llamado Consejo Nacional de Seguridad
Pública, se valoren los avances o problemas de cada una de estas medidas.
Los mexicanos tenemos buenas razones para desconfiar de los grandes
pactos políticos que se firman ante las cámaras de televisión, más con el
propósito de obtener ganancias políticas que de resolver los problemas
concretos que enfrenta el país. Pero la delincuencia se ha convertido en un
problema tan grande, y con consecuencias humanas y económicas tan importantes,
que el Estado mexicano no tiene más opción que hacer un esfuerzo a fondo para
enfrentarla.
Yo no sé si el Acuerdo Nacional por
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.