Los tres últimos presidentes de la Reserva Federal de los Estados Unidos han sido, en este orden, Paul Volcker (1979-1987), Alan Greenspan (1987-2006) y Ben Bernanke (2006 a la fecha). El mejor banquero central de los tres, a mi juicio, ha sido Volcker. ¿Por qué? Porque la tarea de un banquero central es preservar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda y con ella la estabilidad económica que es prerrequisito indispensable para la prosperidad y el crecimiento.

Sobre todo si entendemos que un buen banquero central debe ser ferozmente independiente y resistir las presiones de los políticos y del gobierno que pugnarán por relajar la política monetaria y, así, estimular artificialmente el crecimiento en el muy corto plazo.

Volcker logró disminuir la inflación en Estados Unidos desde un pico de 13.5% anual en 1981 a sólo 3.2% dos años después. Lo hizo de la manera correcta –la única eficaz- y venció al monstruo de dos cabezas (estancamiento económico con alta inflación) de la manera ortodoxa: combatiendo con rigor el crecimiento desordenado, excesivo, de los medios de pago.

Para ello, elevó las tasas de interés y en un primer momento no recibió aplausos sino críticas acerbas; de los políticos, de los negociantes, de no pocos periodistas y hasta de las personas comunes. Aguantó y tuvo éxito. Años después, en 1987, decidió renunciar debido a las presiones que recibió del equipo de Ronald Reagan para bajar las tasas de interés. Las presiones fueron, a veces, poco comedidas y hasta groseras, como las que ejerció James A. Baker III, el poderoso jefe de personal de la Casa Blanca.

Por eso, cuando Baker fue informado de la renuncia de Volcker celebró en privado: “Hemos acabado con ese hijo de puta”.

(Esa es la versión que recoge Bob Woodward en su famoso libro sobre Greenspan).

Paul Volcker hoy tiene 81 años y se dice que es asesor de Barack Obama. ¿Será un asesor al que Obama escuche?, ¿seguirá Obama los consejos de Volcker?

Dicho de otra forma: ¿Tendrá Obama madera de estadista, de los que toman las decisiones indispensables aunque sean impopulares y dolorosas, o sólo será un político más?