ESTOCOLMO.- El premio Nobel Memorial de Economía 2005 fue otorgado a Robert J. Aumann y Thomas C. Schelling, dos especialitas en teoría de juegos. El primero es profesor en el Centro de la Racionalidad de la Universidad de Jerusalén y el segundo en el Departamento de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Maryland.

El 8 de diciembre de 2005 ambos dictaron interesantes conferencias en la Real Academia de la Ciencia de Suecia. En el marco de la entrega oficial de premios, que tuvo lugar el sábado 10 de diciembre en Estocolmo, los galardonados ofrecieron una serie de conferencias en la que asistieron público en general, familiares y miembros de la Academia.

El hecho de que en la conferencia la mitad de los asientos estuvieran reservados para miembros de la academia y familiares y la otra mitad para estudiantes y profesores, en su mayoría de la Universidad de Estocolmo, ilustra acerca de una tradición en la que las jerarquías son un mal necesario a evitar y en la que entre más gente participe de la ciencia es mejor.

Cada una de estas conferencias tuvo un significado profundo y magia en sí. Ahora, veamos porqué:

Robert J. Aumann es un científico, doctor en Matemáticas por MIT, que bien podría ser rabino, no sólo por su aspecto físico sino debido a que ha solucionado problemas relacionados con el Talmud y porque utiliza frases del mismo para ilustrar el comportamiento racional. En específico, su hermano me comentó que a través del uso de la teoría de juegos solucionó un problema de repartición de bienes a tres esposas como consecuencia del fallecimiento de su marido, que estudiosos del Talmud llevaban siglos tratando de resolver.

Lo primero que Aumann dijo en su conferencia es que la teoría de juegos no puede resolver el  conflicto de Medio Oriente, sin embargo tiene un gran potencial para entenderlo. De acuerdo con él una forma de solucionar los conflictos es caso por caso y otra analizando las condiciones en las que suceden, y él recomienda la segunda pues una vez que los conflictos se entienden en un contexto general se pueden resolver individualmente.

Dijo Aumann que la guerra y los conflictos son algunas de las fuentes de la historia, y por ello dedicó su conferencia en memoria de León Tolstoi. Una afirmación inicial que cimbró al auditorio es que la guerra no es irracional, sino que es racional en el sentido en que se realiza para conseguir los intereses de una de las partes en conflicto de acuerdo a la información que posee. Ahora, si se entiende que la guerra es racional se pueden analizar los incentivos que tiene cada parte para hacerla o evitarla, y Aumann agregó que la economía es cuestión de incentivos.

Según Aumann la existencia de armas nucleares evitó una guerra mundial, y justamente fue la guerra el tema central de la conferencia del otro galardonado. Schelling abrió recordando que hace 60 años no se utiliza un arma nuclear en una guerra, y continuó con una serie de ejemplos en los que Estados Unidos y Rusia tuvieron ocasión de usarlas en contra de objetivos militares.

En 1960, recordó Schelling, el New York Times escribió que la única forma de evitar una guerra mundial era el desarme, mientras que fue la mera existencia de armas la que disuadió a rusos y americanos. ¿Para qué entonces tantas armas nucleares sino se iban a utilizar? se preguntó, y su respuesta fue clara: para disuadir a la otra parte de usar las suyas.

El uso de armas nucleares hubiese requerido no sólo de un importante salto cualitativo y una decisión política de altos costos, sino también de “romper el tabú”. Y una vez roto el tabú caía un límite implícito pero claro y se abría un terreno que no tenía límite en capacidad de destrucción, y quizás por ello ninguna de las potencias quiso ir más allá. Hasta aquí bien, pero Schelling mencionó también el actual peligro que representan Corea del Norte e Irán debido a que están en camino de obtener armas nucleares y no es claro si están dispuestos a utilizarlas.

La única forma en que a estas naciones se les puede disuadir de utilizar armas nucleares es haciéndoles saber que el castigo sería mucho mayor de cualquier beneficio que pudieran obtener al utilizarlas. En este punto coincidieron ambos conferencistas, ya que en palabras de Aumann el miedo al castigo permite el equilibrio en la constante interacción, y es por ello que “hay que aprender de la guerra para no pelear”.