En México seguimos sin hacer las reformas que nos harían más competitivos. Los políticos presentan como grandes victorias las reformas que nos siguen colocando como uno de los países más cerrados del mundo en inversión energética; defienden además nuestras leyes laborales que castigan la eficiencia.
Estados Unidos ya se encuentra en
recesión y también lo están la Gran Bretaña, España, Suecia, Canadá e Italia. Muchos
otros países del mundo están viviendo ya una contracción económica, pero sus
aparatos estadísticos no han empezado todavía a medirla. Es cuestión de tiempo.
Nos acercamos a lo que puede ser la primera recesión global desde la Gran
Depresión de los años treinta.
México no puede escapar a un
fenómeno de esta naturaleza. De nada nos sirve argumentar que nosotros sí hemos
hecho la tarea, que tenemos una banca más sólida, que contamos con finanzas
públicas más sanas, que podemos aplicar una política contracíclica
de gasto público. El hecho es que una economía como la nuestra difícilmente
puede escapar a una recesión tan generalizada como ésta.
Las cifras empiezan a acumularse de
manera inmisericorde. Si bien todavía tenemos un saldo positivo en creación de
empleos en el 2008, sabemos que en la segunda quincena de diciembre y en enero
habrá una pérdida enorme. De momento nos ha salvado la contratación de personal
temporal de ventas para la temporada navideña. La producción industrial,
mientras tanto, ya se está contrayendo, como lo están haciendo las ventas en la
mayor parte de los campos de actividad.
Ahora bien, no todos los países del
mundo van a entrar en una recesión. En China habrá una reducción en el ritmo de
expansión, pero apenas de un
Es verdad que China está empezando
de una base mucho más baja que la nuestra. Si bien México es un país pobre,
sobre todo si nos comparamos con Estados Unidos o con los demás países
desarrollados, nuestro producto interno bruto es de 9,000 dólares al año,
mientras que el chino alcanza apenas los 1,500 dólares. Esto le da más espacio
para crecer a la economía china.
Pero quienquiera que ha visitado Shanghai o las grandes ciudades industriales del sur de
China sabe que hay otros factores en el hecho de que
el país asiático siga creciendo. China está haciendo enormes esfuerzos por
mejorar su competitividad. La tasa de ahorro en China es muy superior a la
nuestra a pesar del menor nivel de ingreso de la población. Las inversiones en
infraestructura son enormes. A pesar de que China es un país comunista, las
autoridades de ese país ponen menos restricciones a la inversión de las que
nosotros ponemos en México. En China, para empezar, no hay prohibiciones a la
inversión privada en petróleo o electricidad como las que tenemos en México.
La última vez que la economía de
Estados Unidos tuvo un tropezón fue en 2001-2002. Nuestro vecino del norte tuvo
entonces un par de trimestres de contracción combinados con otros dos
trimestres de crecimiento muy modesto. Como consecuencia la economía mexicana
sufrió tres años de estancamiento. Pero el avance chino nunca se detuvo. Por el
contrario, China logró en ese tiempo una penetración mayor en el mercado
estadounidense mientras que nosotros perdíamos competitividad.
Lo mismo ocurrirá ahora. En México
seguimos sin hacer las reformas que nos harían más competitivos. Los políticos
presentan como grandes victorias las reformas que nos siguen colocando como uno
de los países más cerrados del mundo en inversión energética; defienden además
nuestras leyes laborales que castigan la eficiencia.
La verdad, sin embargo, es que de
esta recesión saldrán fortalecidos los países que más aumenten su
competitividad y perderán terreno los que no la impulsen o que, incluso, la
retrasen. Y todo parece indicar que China seguirá estando en el primer grupo y
nosotros en el segundo.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.