En un acto que se está haciendo costumbre, Calderón presentó, el miércoles 7, el Acuerdo Nacional en favor de la Economía Familiar y el Empleo, cuyo objetivo es contrarrestar las fuerzas contraccionistas que están actuando en varios mercados, afectando la producción, los ingresos y los puestos de trabajo. La intención es buena, habrá que ver si la herramienta también lo es.

Este tipo de presentaciones se está haciendo costumbre, porque ésta, la del mentado acuerdo, es la tercera en menos de un año. La primera se llevó a cabo el 5 marzo del 2008, día en el cual Calderón presentó el Programa de Apoyo a la Economía, cuyo objetivo era, precisamente, ese: apoyar a los agentes económicos en sus actividades, desde la producción hasta el consumo. La segunda tuvo lugar el 8 de octubre pasado, fecha en la cual el presidente presentó el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo, cuyo fin era, ni más ni menos, impulsar las actividades económicas de los agentes económicos, desde los empresarios hasta los consumidores.

Supongo, y lo escribo así porque no hay manera de evaluar los resultados de los dos programas antes mencionados, que los mismos dejaron que desear, razón por la cual Calderón presentó, ¡cero y van tres en menos de un año!, el Acuerdo Nacional en favor de la Economía Familiar y el Empleo, que considera cinco frentes: apoyo al empleo; apoyo a la economía familiar; estímulo a las pequeñas y medianas empresas; inversión gubernamental en infraestructura, y transparencia del gasto del gobierno, todo lo cual se sintetiza en apoyo a las actividades económicas, desde las de las empresas hasta las de las familias, todo lo cual, en el ámbito de las intenciones es loable, pero sin olvidar que del plato a la boca…

Tres son las preguntas que hay que hacer. Primera, ¿qué pasó con el Programa de Apoyo a la Economía y con el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo? ¿Se llevaron a cabo? Si sí, ¿cuáles fueron los resultados? Si los resultados no fueron positivos, ¿dónde están los responsables del fracaso? Segunda, para que no quede en discurso presidencial y aplauso cortesano, más allá de los objetivos genéricos – apoyar a la economía familiar; apoyar al empleo; etc. -, ¿cuáles son las metas concretas, cuantificables, y por lo tanto calificables, del Acuerdo Nacional en favor de la Economía Familiar y el Empleo? Tercera, este último, ¿no es una reedición de los dos anteriores? ¿No es la misma gata pasada por un par de revolcones?

Independientemente de las respuestas, en el mentado acuerdo encontramos medidas positivas, como es el caso de la ampliación de la capacidad de retiro de cuentas de ahorro de los trabajadores en caso de desempleo, medida a favor de la libertad individual y la propiedad privada, y encontramos también medidas negativas, propias del populismo económico, como lo es la intención de que el 20 por ciento de sus compras el gobierno las realice en pequeñas y medianas empresas, cuando lo correcto es que le compre al oferente que, independientemente de su tamaño, le ofrezca al menor precio y con la mayor calidad. Además de lo positivo y lo negativo está lo ilógico, buena muestra de lo cual es el congelamiento del precio de las gasolinas, medida con la que se pretende “favorecer a los que menos tienen”, lo cual resulta ilógico porque los que menos tienen no tienen automóvil, sin olvidar un pequeño detalle, que por lo pronto señalo a manera de pregunta: ¿PEMEX va a dejar de recibir lo que estaba originalmente presupuestado por los aumentos en los precios de las gasolinas? Si la respuesta es negativa, entonces el congelamiento de dichos precios tendrá que subsidiarse, por lo que, lo que dejemos de pagar como consumidores, lo desembolsaremos como contribuyentes.