Ya nadie pretende que México pueda sufrir solamente un catarrito. Las dimensiones de la crisis económica en nuestro país pueden ser realmente muy importantes. Poco importa que el problema no se haya originado en México. Las epidemias no se detienen tan fácilmente en las fronteras de un país. Y todo parece indicar que esta puede ser la recesión más severa desde la Gran Depresión de la década de 1930.

Hasta este momento, sin embargo, la medicina tradicional, arrojarle enormes cantidades de dinero a la crisis, simplemente no ha tenido efecto. A pesar de que el gobierno de los Estados Unidos le ha otorgado cientos de miles de millones de dólares a la economía a través de distintos métodos, desde devoluciones de impuestos hasta compras de acciones de instituciones financieras, el desplome económico ha continuado. Se calcula que en el cuarto trimestre de 2008 la economía estadounidense cayó 4 por ciento y para este primer trimestre de 2009 se estima una caída similar. Nadie está previendo con certeza cuándo podría empezar la recuperación.

En México en diciembre del 2008 se perdieron más de 300 mil empleos y se registró también una caída en el producto interno bruto la cual no ha sido todavía cuantificada. A pesar de la temporada navideña, las ventas de los grandes almacenes y supermercados integrados a la ANTAD tuvieron descensos muy importantes en el mes de diciembre. Las pérdidas de empleos deben continuar en los primeros meses de 2009.

La situación se ha vuelto tan dramática que el Banco de México ha aceptado finalmente la presión del gobierno del presidente Calderón y ha reducido la tasa de interés de referencia de nuestro país de 8.25 a 7.75 por ciento, a pesar de que la inflación anual en 2008 fue de 6.5 por ciento y de que la medida provocó una devaluación adicional del peso frente al dólar.

Hay, por supuesto, un gran temor en los mercados financieros. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo tocará fondo esta crisis. Muchos analistas empiezan a darse cuenta de que el problema no es de un simple ajuste sino producto de una serie de políticas equivocadas que durante mucho tiempo se mantuvieron en Estados Unidos y en otros países del mundo. La economía de la Unión Americana se encuentra sobreendeudada. Tanto el gobierno como los consumidores han gastado durante años mucho más de lo que tenían. Era inevitable que llegara un momento en que se pagaran los platos rotos. El problema es que para resolver un problema de exceso de deuda, las autoridades estadounidenses y de otros países del mundo están respondiendo con mayor deuda.

Mientras la economía de Estados Unidos desfallece, la de China, a pesar de la caída en sus exportaciones, sigue manteniendo una expansión bastante saludable. ¿Cuál es la diferencia? ¿Que ha hecho China de diferente a otros países, especialmente Estados Unidos? China mantiene una de las tasas de ahorro más importantes del mundo. La cifra alcanza el 40 por ciento del ingreso de los chinos. Los estadounidenses han tenido, en cambio, tasas de ahorro mínimas o incluso negativas en los últimos años.

El problema es que las medicinas que se están aplicando para resolver el problema de contracción de la economía, como bajar las tasas de interés e inyectar dinero a la economía, son un golpe precisamente contra el ahorro. Y aun cuando puede entenderse que las autoridades quieren evitar a toda costa que la actual contracción se convierta en una nueva depresión, están generando un endeudamiento enorme que en el largo plazo seguirá debilitando a la economía. Ante la urgencia de la crisis, nadie ha empezado a tratar los factores de fondo que provocaron este desplome.