El tipo de cambio, quizás, ya no es la madre de todos los precios. Pero por esa misma razón, lo mejor que se puede hacer es no meter la mano, con o sin hipocondría cambiaria, con o sin sub-valuación
La
frase “hipocondría cambiaria” se la debemos a Ricardo Medina Macías, quién hace
algunos años descifró este fenómeno en la cultura económica mexicana. Hoy, a la
luz de las condiciones que enfrentamos, parece que nuevamente vivimos el
síndrome de la hipocondría cambiaria.
Hace
apenas unos nueve meses, existía gran clamor sobre el regreso del super-peso, del sobre-apreciación cambiaria,
de la pérdida de competitividad. Hoy, por otro lado, los reclamos vienen por el
lado de la sub-valuación, de la volatilidad, del
fuerte impacto que la depreciación cambiaria ha tenido sobre las finanzas
corporativas, más aun, sobre el salario real. Vaya, hasta se empieza a
contemplar la viabilidad de poder regresar a un esquema de tipo de cambio fijo
o semi-fijo.
Claramente,
nunca estamos contentos, ni cuando el peso flota, ni cuando está débil, ni
cuando esta fuerte. Hace seis meses se decía que sin la intervención en los
mercados, el tipo de cambio se hubiera ido a los niveles de 17 pesos por dólar.
Hoy, ya con reservas quemadas para hacer frente a la especulación (¡o financiar
la misma!), estamos a un paso de cotizar en esos niveles. ¿Qué ha pasado?
Así
es la flotación—el tipo de cambio o se puede ir para arriba, o se puede ir para
abajo, y lo mejor que podemos hacer al respecto es construir escenarios. Otra
cosa estaríamos considerando si el país tuviera reformas estructurales agresivas,
si se modificara el régimen de derechos de propiedad, si tuviésemos un clima de
inversión con nuevas oportunidades y con altos índices de confianza. El tipo de
cambio estaría viviendo apreciación cambiaria, bajo esta aparente fantasía
económica.
Pero
así es la hipocondría cambiaria. La flotación había hecho de su parte en hacer
a un lado el tema cambiario. Ahora, en la medida que la devaluación del peso no
se convierta en inflación, el ajuste será menor. Pero incluso ello no se puede
dejar a un lado. El hecho es que los ajustes en el tipo de cambio van mucho más
allá de lo que la gran mayoría de especialistas consideraban
razonable—nuevamente, señal que es imposible anticipar las decisiones del
mercado, o sea, las millones de decisiones de seres libres, que voluntariamente
reaccionan ante la noticia, la circunstancias o los incentivos del momento.
El
tipo de cambio, quizás, ya no es la madre de todos los precios. Pero por esa
misma razón, lo mejor que se puede hacer es no meter la mano, con o sin
hipocondría cambiaria, con o sin sub-valuación. ¿O
no?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.