Confirmé el carácter de germen destructivo que tiene Germán escuchándolo el otro día en la Convención de Banqueros. En lugar de ubicarse en el lugar, en el momento y ante quienes le escuchábamos, el germen se desbocó, se fue de la boca, se dedicó a lanzarle acusaciones al PRI (lo cual puede ser muy oportuno en un mitin electoral en la calle, en medio de unas elecciones, pero no en la convención de banqueros)… y lo peor es que fueron acusaciones irresponsables, totalmente al estilo de Andrés López Hablador.

Para el germencito no existe una crisis económica global; para el germencito no existen grandes reformas que necesita hacer el país en materia de competencia, en telecomunicaciones, en energía, en el frente laboral, en educación… No, para germencito el país empieza y termina con el narcotráfico. Y el país se divide de forma simplista y maniquea en dos grandes bandos: Los narcotraficantes y sus cómplices, de un lado, y del otro: el PAN y los “leales” del Presidente Felipe Calderón, que no sólo tienen que ser panistas de sangre azul sino que tienen que haber recibido un certificado de “leales” que el propio germencito otorga.

Es admirable la decisión y el valor que ha mostrado el Presidente Felipe Calderón en la lucha contra el narcotráfico. En lo personal sostengo que se trata de una lucha condenada en buena medida a la frustración, porque parte del supuesto absurdo de que el Estado tiene el deber de hacer que las personas nos portemos bien, nos lavemos los dientes y las manos y no seamos drogadictos. No. La tarea de evitar que las drogas lleguen a mis hijos NO es (como dicen los anuncios del gobierno) del Presidente o del Procurador o del Ejército; no, señores, es una tarea mía, como padre de familia y de mis propios hijos a quienes espero haber educado lo suficientemente bien como para que sepan que las drogas matan. Pero, en fin, dejémoslo estar, ya que no es realista exigir que se cambie un enfoque equivocado del combate a las adicciones mientras en Estados Unidos se mantenga esta modalidad de la “prohibición” (la anterior fue la prohibición del alcohol) que tan rentable les resulta a los delincuentes y a la mafia.

Dejémoslo estar, es algo admirable de Calderón. Pero el país es mucho más que narcotraficantes malos contra policías buenos (con ciudadanos en medio a quienes nos ven como retrasados mentales) y el país es mucho más que políticos malos que cobijan al narcotráfico y políticos buenos que lo combaten.

El resultado de los exabruptos del germencito fue que Manlio Fabio Capulina Beltrones diera muestras de su legendaria falta de educación y se le lanzara a la yugular al Presidente, dando a entender que el germencito sólo es un insignificante mensajero. Tuvo entonces que salir al quite el secretario de Gobernación para poner al del bigotito (Beltrones) más o menos en su lugar.

Podíamos habernos ahorrado este sainete y sus bochornos, si el germencito se hubiera portado como dirigente de un partido político, no como mal imitador de López Hablador.

Otra embestida virulenta del germencito se verificó con motivo de la renuncia de Luis Téllez y la llegada a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de Juan Molinar Horcasitas. El germencito saludó la llegada de su amigo blanquiazul con la misma delicadeza que muestra una suegra echándole veneno a su nuera: “¡Por fin llegó un leal!” exclamó el germencito. Pues, le tengo noticias: Tal vez Molinar sea muy leal (no se a quién o a qué) pero su indolencia en el Seguro Social (cuando él soñaba con ser Secretario de Gobernación) no fue precisamente una muestra de lealtad hacia el Presidente. Si hubiese sido leal, consigo mismo y con su jefe, habría declinado un puesto (el de director del IMSS) que ni le interesaba, ni para el cual parecía estar capacitado. Tampoco me parece muy leal de parte de Molinar haber aceptado ser titular de la SCT cuando es evidente que no tiene ni la preparación, ni los conocimientos, ni el ánimo para reformar -¡urge!– un sector que el día de hoy es un obstáculo inmenso para la productividad del país.

Lo malo es que faltan muchas semanas para las elecciones y todo indica que tendremos al germencito desbocado, trabajando sin descanso para labrar el retorno del PRI, ¡qué horror!

Y de veras no creo que haya maldad en Germán. Hay tontería irremediable aderezada con arrogancia. ¿Germencito por mensito?