Más que debilitar el derecho de amparo, tanto los legisladores como Hacienda deberían ajustarse a los criterios que marca la Constitución para los impuestos.
El amparo es el único proceso legal
que nos defiende a los mexicanos de los abusos de la autoridad. Es una figura
con muchos defectos, sin duda, pero aceptar que se le debilite, o que se le
elimine, aun cuando sólo sea en materia fiscal, es dar a la autoridad un poder
demasiado grande.
La Cámara de Diputados aprobó este
mes de abril una iniciativa de enmienda del artículo 107 de la Constitución
elaborada por el gobierno del presidente Calderón, pero presentada formalmente
por los líderes de las tres principales bancadas. En caso de ser aprobada haría
que desapareciera en términos prácticos el derecho de amparo en materia fiscal.
El Senado, afortunadamente, ha detenido la iniciativa y la ha congelado hasta
el próximo período de sesiones.
La iniciativa aprobada por los
diputados tiene un aspecto positivo, aunque insuficiente, pero enormes
retrocesos para los mexicanos. La parte positiva sería la aplicación general de
las sentencias de amparo en materia fiscal. Actualmente, cualquier fallo de amparo
se aplica solamente de manera individual, es decir, beneficia únicamente a la
persona que promueve y gana un juicio. Lo lógico sería que todos los gobernados
en las mismas condiciones pudieran acogerse a estos fallos. La aplicación
general de las sentencias de amparo es una vieja demanda de la sociedad. Hay
que aplaudir que se introduzca en los juicios fiscales, pero exigir que se
extienda a todos los demás amparos.
Del lado negativo, la ley eliminaría
el derecho a las suspensiones provisionales o definitivas que son en este
momento una de las partes más importantes del derecho de amparo. La autoridad
podría establecer impuestos inconstitucionales y obligar al contribuyente a
pagarlos mientras durara un juicio de amparo. De hecho, Hacienda podría quebrar
al contribuyente en este período sin que un juez pudiese ordenar la suspensión
del acto.
Ganarle un juicio al gobierno
siempre es difícil. Pero en materia fiscal la iniciativa le daría una mayor
ventaja todavía a la autoridad. Para vencerla en un juicio habría que obtener
una mayoría calificada de ocho de los 11 ministros de la Suprema Corte. Así,
las posibilidades de echar para atrás un impuesto inconstitucional se
reducirían de manera muy significativa.
Pero, aun cuando un contribuyente
lograra la hombrada y ganara el pleito, el dinero ya pagado se lo quedaría
Hacienda. La autoridad tendría así un incentivo para establecer impuestos
inconstitucionales a sabiendas de que el dinero recaudado ilegítimamente se lo
quedaría de cualquier manera.
Más que debilitar el derecho de
amparo, tanto los legisladores como Hacienda deberían ajustarse a los criterios
que marca la Constitución para los impuestos. Después de todo, ¿qué hay de malo
en respetar los principios de aplicación general, proporcionalidad y no
confiscación que nuestra carta magna establece para los impuestos?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.