Si una lección arroja la caída bursátil de los últimos dieciocho meses, por lo menos para los ahorros de pensiones individuales, es la vieja sabia premisa que no debemos poner todos los huevos en una canasta.
“En
el largo plazo, todos estamos muertos…” Esta famosa máxima de Keynes se ha citado para justificar intervenciones de corto
plazo que “requiere” una economía en problemas (digamos, una masiva expansión
de los medios de pago), aun cuando ello genere otros problemas en el
largo-plazo (digamos, inflación).
Pero
la ironía keynesiana se ha convertido en bandera ideológica entre algunos
círculos políticos. Un buen ejemplo lo arroja el sistema de pensiones
individuales, que por naturaleza se ve expuesto (como todo instrumento de
inversión) a los altibajos del mercado financiero—y donde a partir del año
pasado, se han acumulado minusvalías en las pensiones de generaciones futuras.
En
el corto plazo, ello sirvió como excusa para justificar, en Argentina, una
total expropiación de las pensiones individuales—bajo la idea que así se
permitiría dar una mayor seguridad a las pensiones.
En
realidad, fue otra (¡otra más!) flagrante violación de derechos de propiedad,
un robo de los ahorros acumulados de millones de trabajadores, que además ya
habían pagado impuestos sobre sus rendimientos acumulados.
En
el corto-plazo, el gobierno cristinista obtuvo
ingresos extraordinarios, pero a costa de patrimonios pulverizados en el
largo-plazo.
Hay
políticos en nuestro país que consideran viable adoptar una “intervención”
similar. Pero si una lección arroja la caída bursátil de los últimos dieciocho
meses, por lo menos para los ahorros de pensiones individuales, es la vieja
sabia premisa que no debemos poner todos los huevos en una canasta. La
diversificación de activos implica, entre otras cosas, protegerse contra
riesgos inesperados en el futuro.
Aun
así, en el curso de varios años, los rendimientos acumulados son de capital
importancia—y principalmente, porque en un horizonte de largo-plazo, se puede dar la magia del interés o el rendimiento
compuesto: crecimiento sobre crecimiento, en un lapso de dos, tres y hasta
cuatro décadas.
El
famoso sistema de Afores en México se diseñó para asegurar mayor ahorro interno
y desarrollar un nuevo mercado de capitales. Pero, a pesar de los errores, de
los aspectos mejorables del sistema, su principal virtud es que otorga la
seguridad en el largo-plazo del
derecho de propiedad de los trabajadores: la certidumbre de retirarse con una
pensión propia, de nadie más, que ha acumulado plusvalía en promedio durante
varios años.
A la fecha,
el rendimiento neto real de las cuentas individuales es de 4.5%. No es
espectacular, a menos de que se vea en el largo plazo; y ha sufrido pérdidas en
este año. Pero para ello, la gran mayoría de cuentas individuales existentes
todavía tienen un panorama de largo-plazo, por lo menos dos décadas, para
recuperar el terreno. Y ello habla, y habla bien, del valor del largo-plazo.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.