El gobierno tiene que actuar, con carácter urgente, en tres frentes fiscales: los ingresos tributarios, el gasto y el federalismo fiscal.
La comodidad
fiscal que ha tenido el gobierno mexicano a lo largo de los últimos 32 años
está por acabarse como resultado de la caída en la plataforma de producción y
exportación de petróleo. Haber tenido a lo largo de tres décadas una fuente
significativa de recursos a través de la explotación de este recurso se reflejó
en que se hizo caso omiso en buscar una estructura fiscal, tanto por el lado de
los ingresos como por el lado del gasto, que se tradujera en finanzas públicas
estructuralmente sólidas. En consecuencia, lo que ahora estamos por
experimentar es un debilitamiento fiscal que de no corregirse rápidamente se
traducirá en un desequilibrio fundamental de las finanzas públicas y un
desequilibrio fundamental macroeconómico con los efectos negativos que ello
tendría sobre el crecimiento económico y el bienestar de la población. El
gobierno tiene que actuar, con carácter urgente, en tres frentes fiscales: los
ingresos tributarios, el gasto y el federalismo fiscal.
Por el lado
de los ingresos tributarios es indispensable actuar en dos niveles,
aparentemente sin relación. El primero es como tal el diseño del sistema
tributario, dado que el que tenemos en la actualidad se traduce en una carga
fiscal (ingresos como porcentaje del PIB) que apenas llega al 10%, además de
que genera incentivos al trabajo, ahorro e inversión que no están alineados con
el objetivo de generación de riqueza y de crecimiento económico sostenido. Por
lo mismo, urge una reforma tributaria que consista principalmente en tres
rubros: la desaparición del ISR a las personas físicas y su sustitución por el
IETU ya sin las consideraciones de la transición, la adopción de un ISR
proporcional a las personas físicas junto con un ISR negativo para aquellos
individuos cuyo ingreso esté por debajo de cierto nivel y la homogeneización
del IVA.
El segundo
aspecto por el lado de los ingresos tributarios es la mejora legal y regulatoria a la que se enfrentan las empresas en el país.
La carga regulatoria es tan excesiva y tan
ineficiente que induce a que una proporción significativa de la actividad
económica se lleve a cabo en la ilegalidad lo que se traduce, entre muchos
efectos negativos como la baja escala de producción y la obsolescencia
tecnológica, en una menor tributación así como menores aportaciones al sistema
de seguridad social. Esto último, la solidez financiera del sistema de
seguridad social, es muy importante porque ante el envejecimiento paulatino de
la población, la estructura tributaria actual hace que sea imposible cubrir las
enfermedades crónicas de la tercera edad. Puesto de otra manera, o nos vamos
hacia una regulación eficiente de la actividad económica, con el efecto
positivo que ello tendría sobre la inversión y el crecimiento y sobre la
fortaleza estructural de las finanzas públicas o el país quiebra.
No hacer la
reforma tributaria que fortalezca estructuralmente los ingresos del gobierno
implicará que, dado que el petróleo se está acabando, en el futuro cercano el
gobierno no contará con los recursos para financiar su gasto. Y ahí está el
aviso de Standard & Poor’s.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.