¿Por qué aumentan los servicios personales un 13.2% en pleno periodo de austeridad republicana?
La noticia
sobre la evolución del gasto corriente del sector público durante los últimos
ocho años, ahora que están en revisión los informes de las Cuentas Públicas con
el Sr. Auditor Superior González de Aragón como protagonista de todo el escándalo,
generó mucho alboroto la semana pasada, sobre todo entre la clase política, y
especialmente entre los legisladores; celosos guardianes del dinero de los
contribuyentes. ¿Quién si no ellos controlaría los excesos del gobierno?
Qué bueno
que tenemos a los diputados y senadores, que son casi como ángeles para la
sociedad; ellos, preocupados siempre por nuestro bienestar, nos protegen de
todos los males y nos proveen todos los bienes. ¿Qué haríamos sin ellos? Vagaríamos,
sin duda, totalmente desamparados por este valle de lágrimas, viendo cómo el
odioso gobierno se chupa nuestros impuestos en celulares y camionetotas todo
terreno para la alta burocracia.
Entre otras
cosas, el Auditor denunció que el gasto corriente del sector público en términos
reales creció 42.3% entre 2000 y 2008 -motivo por el cual varios legisladores
se rasgaron las vestiduras; y es que en el simplista imaginario político, el
gasto corriente es nada más y nada menos que los sueldos, salarios y
prestaciones de los funcionarios públicos-, y que eso había desplazado el gasto
de capital (inversión pública) y por lo tanto, ese hecho había impactado
negativamente el crecimiento económico.
Como ya
expliqué antes en este mismo espacio, el gasto corriente no sólo incluye los
servicios personales, sino también los pagos a los doctores, los maestros, los
policías, las pensiones, las transferencias a las entidades federativas, los
subsidios a la actividad productiva y de generación de energía y, en general,
todo el financiamiento a la política social.
Estemos o no
de acuerdo en si el sector público debe gastar en todo eso (lo que es tema para
otra discusión), el gasto corriente es, pues, un concepto mucho más amplio del
que creen nuestros políticos.
Pero es políticamente
más rentable condenar al gobierno por crear más plazas aparentemente improductivas
y/o aumentarle el sueldo a los burócratas,
especialmente si son burócratas de alto nivel. Total, pocos van a hurgar en los
números para comprobar si es cierto o no.
De todos
modos, nuestros nobles legisladores tienen un punto: ¿Por qué aumentan los
servicios personales un 13.2% en pleno periodo de austeridad republicana? ¿A
quién no se le cae la cara de vergüenza?
Un análisis
más detallado de los números, dado a conocer por Hacienda, revela que, nos
guste o no, los servicios personales de
¡Exacto!, en
los ramos autónomos, los que no puede controlar el Ejecutivo. Resulta que ¡nuestros
ángeles de la guarda se permitieron un aumento de 41 por ciento!
Si por
cínicos vividores no paramos.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.