Ante la actual crisis fiscal que se viene para México sólo hay tres acciones posibles: ó se endeuda más el gobierno, ó recortan gasto público populista ó de plano nos imponen ya nuevos impuestos y siguen su fiesta populista.
No hay de otra amigo
lector, ante la actual crisis fiscal que se viene para México sólo hay tres
acciones posibles: ó se endeuda más el gobierno (indeseable porque ello
significa mayor riesgo país e impuestos más altos para todos los mexicanos en
el mediano plazo), ó recortan gasto público populista (desde el gobierno
federal y llegando hasta los gobiernos estatales y municipales -ah cómo nos
cuesta a los contribuyentes mexicanos mantener a la burocracia parasitaria de
buena parte de los estados de la República) ó de plano nos imponen ya nuevos
impuestos y siguen su fiesta populista (lo más injusto, pues somos los
contribuyentes los que mantenemos toda esa clase se gastos populistas
innecesarios en buena medida).
Yo no entiendo al gobierno federal,
si buena parte de su presupuesto no es flexible (sueldos y pensiones de
médicos, maestros y policías), entonces por qué el Presidente Calderón está
empeñado en proseguir creando programas populistas como el de subsidiar a
quienes cambien su carcacha por un auto nuevo, y ya no digamos todo el paquete
multimillonario que cuestan los subsidios al campo y a los energéticos. Políticamente
ya vimos, de nada le sirvieron estos subsidios populistas.
El Secretario de Hacienda ha
mostrado ya preocupación e incluso ha ido hacer cabildeo a EU con las
calificadoras internacionales de deuda soberana para que al menos en el corto
plazo no nos bajen de calificación. Bien, pero de nada sirve si el jefe mayor,
el Presidente Felipe Calderón, no decide corregir los excesos en que ha caído
el gasto público que ejerce su administración.
Ya vimos cómo recientemente el
informe de la CONEVAL muestra un deterioro en la pobreza de los mexicanos, un
deterioro ciertamente explicable por los altos precios de los alimentos en los
últimos dos años, pero que también, y sobretodo, muestra que hay políticas
públicas que deben corregirse, como son los subsidios regresivos que les llegan
a los que tienen más poder político y económico en el campo. Ahí están los
estudios, si el Presidente Calderón no corrige, la soberbia la terminarán
pagando otra vez los mexicanos más pobres.
Y los más patéticos, los diversos
gobernadores (como siempre encabezados por el rey populista Marcelo Ebrard) ya están chillando y amagando con dizque recortar
programas “sociales.” Vaya cinismo, se la han pasado gastando en toda clase de
programas populistas electoreros. Se acabó la borrachera petrolera y no se
aguantan la resaca. Ah, pero eso sí, jefes de gobierno como Ebrard
anuncia que cancela la construcción del metro, pero que prosigue con sus
múltiples subsidios populistas (pomposamente llamados sociales), sí, ese de pan
y circo con que mantiene hipnotizado a buena parte de los defeños.
Pobres capitalinos.
Esta crisis es una oportunidad para
no sólo realizar una seria reforma fiscal, sino sobre todo, en materia
tributaria, a perfeccionar y corregir los excesos del gasto público (y por
favor, que se acompañe de sanciones a los servidores públicos que incurran en
esta falta, sino será letra muerta) y que incluya un federalismo serio.
Ya antes lo he señalado y dada las
actuales circunstancias no vacilo en repetirlo:
El gobierno federal debe insistir en
compartir mayores responsabilidades de recaudación con los estados y
municipios, que el federalismo no sólo incluya mayores transferencias de
recursos del gobierno federal, sino también que los gobiernos locales asuman mayores
responsabilidades de recaudación.
Si los gobiernos locales dependen de
manera excesiva de las transferencias del gobierno nacional, se genera una
serie de distorsiones como el uso ineficiente de los recursos públicos al no
enfrentar las autoridades locales los costos de generar ingresos. Al romper el
vínculo entre fuentes de ingreso y objeto de gasto se afecta incluso el
desarrollo del proceso democrático, lo cual tiene impacto sobre la efectividad
del gasto público. Esto se debe a que dichas autoridades no enfrentan
directamente los costos asociados a la recaudación. Para evitar este problema,
es necesario que al menos en el margen, el gobierno estatal o municipal tenga
que corregir sus excesos de gasto público (cobrar o mejorar su recaudación y
ello implica cobrar impuestos que no cobran y cuya tarea se le carga a la
federación) para crear un compromiso estrecho entre la autoridad y los ciudadanos.
Con un federalismo serio, estado de
la República que se endeude irresponsablemente, estado que tendrá que asumir
los costos políticos al tener que subir impuestos sin poder recurrir al rescate
de la federación. Estados que se comporten con disciplina fiscal, podrán cobrar
bajos impuestos y mantener crecimiento económico positivo, lo que se premia en
las urnas. Ese es el auténtico y responsable federalismo fiscal.
Ojalá haya cambios serios. Por
lo pronto PRI y Partido Verde al parecer se inclinan por la opción más
arriesgada: reducir impuestos, aumentar el gasto público y el endeudamiento. Cuidado
señores, esto ya se tradujo -en el pasado reciente- para México en crisis
financieras desastrosas.
Ya veremos si reina la cordura, el
orden económico, ó una vez más se impone el populismo fiscal destructivo.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.