Davos, Suiza.- Una vez al año se reúnen en Davos, Suiza, los principales empresarios, políticos, académicos y periodistas del mundo. Si un país quiere mandar un mensaje a la comunidad internacionales, es muy común que escoja Davos para hacerlo. En ningún otro lugar puede uno tener un impacto tan notable.

La presencia mexicana en el Foro Económico Mundial de este año, sin embargo, fue realmente muy pobre. México y el resto de los países de la región se mantuvieron apartados. No sólo no asistió, por primera vez en muchos años, ningún presidente de la región, sino que las delegaciones latinoamericanas en general, y la mexicana en particular, fueron muy pobres.

De hecho las grandes estrellas de Davos han sido China y la India. Los grandes inversionistas de todo el mundo han pasado una gran cantidad de tiempo reuniéndose con los representantes de ambos países. La India ha pagado, de hecho, una costosa campaña de relaciones públicas en la que explota sus ventajas competitivas frente a China. La India es una democracia, no se cansan de repetir los funcionarios de este país. De hecho, es la democracia liberal que mayor crecimiento económico ha alcanzado en los últimos años. Y la madurez de sus instituciones políticas garantiza, según ellos, una mayor estabilidad en el largo plazo.

Quizá haya algo de razón en estos argumentos. Ciertamente el crecimiento de la India, si bien menor al de China, se basa en un sistema empresarial y financiero con raíces más firmes y locales. La columna vertebral de la economía de la India la forma un sinnúmero de empresas familiares. En cambio, buena parte del crecimiento de China es producido por inversión en maquiladoras, la cual crea empleos pero no tiene efectos profundos positivos en la economía. Los bancos chinos, por otra parte, han enfrentado grandes problemas por prestar demasiado dinero a las gigantescas e ineficientes paraestatales que aún quedan en el país. Los de la India tienen una cartera más diversificada y menos riesgosa.

En un tiempo en que la economía mexicana no está creciendo con la velocidad que todos quisiéramos, nuestros altos funcionarios y diplomáticos deberían estarle dedicando un mayor tiempo al Foro Económico Mundial de Davos. En ningún otro lugar podrán ver a tanta gente con recursos para invertir, poder para cambiar políticas o medios para influir. Ningún otro foro puede ser tan rentable cuando se aprovecha bien.

Lo triste es que México, que tuvo un papel relevante en Davos desde 1989 hasta el 2003, hoy parece resignado a aceptar un rol secundario. Quizá la campaña política tenga algo que ver con esto. Pero lo lamentable es que un presidente y unos funcionarios federales que han hecho una costumbre de viajar por todo el mundo, no se hayan preocupado en este último año de gobierno por participar en el foro al que acuden los mayores jugadores de la política, la empresa, la academia y los medios en el mundo.