Las acciones de bloqueo a las mejoras del marco institucional por parte de los grupos de interés obviamente no se llevan a cabo en el vacío; requieren de la cooperación de aquellos que están encargados del diseño y promulgación del marco legal, es decir, los legisladores.
En su libro Auge y Decadencia de las Naciones, Mancur Olson señaló que las
coaliciones de distribución retardan la capacidad de una sociedad para adoptar
nuevas tecnologías y para reasignar recursos en respuesta a las condiciones
cambiantes, reduciendo así la tasa de crecimiento económico. En gran medida, el
diseño institucional de México se ajusta a lo señalado por Olson.
Vivimos bajo un marco institucional en el cual predominan importantes grupos de
interés que buscan apropiarse de rentas y cuya acción en defensa de un statu
quo ineficiente explica en gran medida el mediocre desempeño de la economía
mexicana durante los últimos treinta años.
Es claro que
para que una economía experimente un proceso sostenido de crecimiento económico,
los incentivos que se deriven del marco institucional, principalmente de las
reglas formales del juego, es decir el marco legal, generen una asignación
eficiente de los recursos escasos que cada individuo posee. Se requiere que los
incentivos que recibe cada agente económico estén alineados con un objetivo de
generación de riqueza. Es esta acumulación de riqueza al nivel individual lo
que se traduce en una mejora intergeneracional del bienestar de cada unidad
familiar es decir, en crecimiento económico. Si por el contrario, los
incentivos que se deriven del marco institucional premian los aspectos
distributivos, en particular la apropiación de rentas, el resultado será una
economía que no crece, una economía en la cual predominará una alta incidencia
de pobreza así como una notoria inequidad en la distribución de la riqueza y
del ingreso.
Si
analizamos el marco institucional mexicano, lo que observamos es que las reglas
del juego que se derivan de éste están premiando la apropiación de rentas y
castigando simultáneamente la generación de riqueza por lo que la economía
simple y sencillamente no crece. Monopolios privados y gubernamentales,
sindicatos, burocracia, partidos políticos, productores protegidos o
subsidiados, etcétera, son todos buscadores de rentas y son los principales
opositores a que haya una mejora del marco institucional, un cambio que alinee
los incentivos con el objetivo de generación de riqueza ya que estos cambios
implicarían la pérdida de sus rentas.
Las acciones
de bloqueo a las mejoras del marco institucional por parte de los grupos de
interés obviamente no se llevan a cabo en el vacío;
requieren de la cooperación de aquellos que están encargados del diseño y
promulgación del marco legal, es decir, los legisladores. Las acciones y
omisiones de los legisladores federales, mismas que
pueden ser calificadas como de confabulación con los grupos de interés
protegiendo las rentas que obtienen, permiten afirmar que son ellos, los mismos
legisladores, quienes se constituyen como una de las principales barreras al
crecimiento económico de México y hay varios ejemplos al respecto.
Son ellos
los que han impedido hacer una serie de reformas institucionales que se
traducirían en mayor eficiencia y mayor crecimiento, destacando la tributaria,
la energética, la laboral, la de telecomunicaciones, la que dotaría a
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.