La pregunta es si, en tiempos de recesión, el gobierno puede, contrarrestando las consecuencias de la baja en el ritmo de la actividad económica, ayudar a todos. La respuesta es que el gobierno puede ayudar a algunos, pero no a todos, y que la ayuda para unos implica perjuicio para otros. Me explico.

Para una empresa la recesión significa pérdida de clientes, menores ventas, reducción de ingresos, menores ganancias, en el mejor de los casos, o pérdidas, en el peor. ¿De qué manera puede ayudar el gobierno a esta empresa? Convirtiéndose en su cliente, lo cual le ayudará a mantener un determinado nivel de ventas, lo cual a su vez impedirá la reducción de sus ingresos, la caída en sus utilidades o la aparición de pérdidas. ¿De qué se trata? De que el gobierno compense, con una expansión en su gasto, la contracción en el gasto de los individuos, las familias y las empresas, de tal manera que, si por obra y gracia de la recesión, estos gastan menos aquel gaste más. El reto es mantener la demanda.

Si en medio de una recesión una empresa se convierte en proveedora del gobierno, la misma, sin duda alguna, se verá beneficiada por las compras gubernamentales. Inclusive puede llegar a estar mejor de lo que estaba antes de la recesión, dependiendo de qué tan agresivo sea el programa de compras del gobierno, dependiendo de la magnitud del programa de gasto gubernamental. Hasta aquí, para la mentada empresa, todo marcha sobre ruedas. Sin embargo, no hay que olvidar (olvido contra el que nos previnieron grandes economistas como Bastiat y Hazlitt), que la susodicha empresa no es el único agente involucrado en este asunto, habiendo muchos otros que también lo están, comenzando por los contribuyentes.

¿Y que tienen que ver los contribuyentes en todo este asunto, que aparentemente sólo involucra al gobierno y a la empresa? Para responder preguntémonos de dónde saca el gobierno el dinero para pagar las mercancías que le compra a la empresa que lo provee con las mismas. La respuesta es: del bolsillo de los contribuyentes, ya sea hoy o mañana, ya sea de manera directa o indirecta, ya que, al final de cuentas, todo gasto gubernamental termina financiándose con impuestos, aunque a corto plazo pueda financiarse, o con deuda, o con emisión de dinero. Pero, e insisto en el punto (ya tratado en otros Pesos y Contrapesos), al final de cuentas todo gasto gubernamental termina financiándose con impuestos.

¿Quién se beneficia del gasto gubernamental? La empresa que se vuelve proveedora del gobierno, cuyas compras le permiten sortear la recesión. ¿Quiénes resultan perjudicados? Los contribuyentes, a quienes el gobierno obliga a entregar parte del producto de su trabajo, con parte del cual, a través de su programa de gasto, beneficia a la mentada empresa, lo cual quiere decir que lo que el gobierno gasta equivale, ni más ni menos, a lo que los contribuyentes dejaron de gastar.

Dicho lo anterior, ¿puede el gobierno, en tiempos de recesión, ayudar a todos?