En las últimas semanas se ha hablado de la posibilidad de una guerra comercial, consecuencia de los déficit comerciales de algunos países, destacadamente los Estados Unidos, y de los superávit comerciales de otros, China principalmente, déficit y superávit que no son más que las dos caras de la moneda: el déficit comercial de un país es el superávit comercial de otro, de tal manera que, si se ha de corregir el primero se debe corregir el segundo.

Lo primero que hay que tener presente es que dicha situación se debe, en muy buena medida, a la manipulación que el gobierno chino ha hecho de su moneda, el yuan, manteniéndola subvaluada o, para decirlo de otra manera, evitando su revaluación, todo ello a favor de las exportaciones chinas: con el yuan subvaluado, por cada dólar pagado se reciben más yuanes de mercancías chinas. La manipulación del yuan, con el fin de evitar su revaluación, explica, en buena medida, el éxito exportador de China, manipulación cambiara que, valga la analogía, es un dopaje que ocasiona una falsa competitividad. (Para un análisis más detallado véase: http://www.elcato.org/node/5585).

Ahora bien, el que con el yuan subvaluado, por cada dólar pagado se reciban más yuanes de mercancías chinas, tiene como contrapartida el que, por cada yuan pagado, se reciban menos dólares de mercancías estadounidenses, lo cual favorece a los exportadores chinos y perjudica a los exportadores estadounidenses, favor y perjuicio que dan como resultado el que China exporte más de lo que importa, al tiempo que los Estados Unidos importa más de lo que exporta o, dicho de otra manera, ocasiona que los Estados Unidos tenga déficit comercial y China superávit.

¿Qué es lo que, con Estados Unidos a la cabeza, se le pide al gobierno chino? Que flexibilice su tipo de cambio, es decir, que permita la revaluación del yuan frente al resto de las monedas, comenzando por el dólar, petición que se queda corta, ya que lo correcto es exigir que el gobierno chino libere el tipo de cambio, para que se fije, sin ninguna intervención gubernamental, libremente, según la relación entre la oferta y la demanda de cualquier divisa en el merado cambiario chino, liberación que debe ir acompañada, si no queremos que el caldo salga más caro que las albóndigas, de la total y definitiva liberación de todos los tipos de cambio, a lo largo y ancho del mundo, liberación que es condición necesaria para que los tipos de cambio se muevan conforme a la relación entre oferta y demanda de divisas, movimiento de tipos de cambio que es condición para que, sobre la marcha, se vayan corrigiendo las tendencias hacia déficit y superávit comerciales, tal y como lo explicó, con singular claridad, y uno entre muchos que lo han hecho, David Hume, en el siglo XVIII.

La guerra comercial que supuestamente viene será consecuencia, no de la mano invisible del mercado, sino de la mano visible del gobierno, del gobierno chino, ¡tramposo!,  que ha manipulado el tipo de cambio, manteniéndolo subvaluado.