¿Por qué existen tantos incentivos perversos para que haya actores económicos, académicos y sociales, que sin vergüenza alguna, con total cinismo, se comporten año con año como depredadores auténticos de los impuestos de los contribuyentes?
Ahí
están ya todos los chupeteadores, vividores del
presupuesto de egresos peleándose por un cachito de la cobijota presupuestal. Lo
mismo da que sean campesinos (¿?), maestros normalistas (¿?), alcaldes,
burócratas, vándalos del SME, secretarios de estado, jefes sindicales, gober preciosos, empresarios, rectores universitarios,
artistas, vaya, hasta estudiantes de secundaria y bachillerato incitados por
sus profes para mamar más de la ubre gubernamental.
¿Por
qué existen tantos incentivos perversos para que haya actores económicos,
académicos y sociales, que sin vergüenza alguna, con total cinismo, se
comporten año con año como depredadores auténticos de los impuestos de los
contribuyentes? ¿Por qué existen incentivos perversos para que unos cuantos -a
expensa de millones de mexicanos productivos- quieran comportarse como
verdaderos parásitos chupeteadores del presupuesto?
La
razón está en los arreglos institucionales que incentivan la búsqueda de rentas
de distintos grupos de interés económico y político. Sí, por desgracia desde
hace años el presupuesto se asigna en función de los distintos intereses de los
partidos políticos. Alguien dirá que eso suele ocurrir en casi todas las
democracias del mundo occidental. Perdón, acepto que en todos lados haya
buscadores de rentas, pero hay candados, especialmente en países con desarrollo
institucional pleno.
Y
de la burocracia onerosa ni hablar, también desde hace años se sabe que
instituciones como el IFE y el aparato judicial mexicano cuestan más, emplean a
más personal y logran menos resultados que sus contrapartes internacionales. Caso
similar sucede con las universidades públicas. También están ahí año con año
exigiendo más y más presupuesto. Definitivo, ambos le hacen la competencia a
los buscadores de rentas.
Ya
ni qué decir de las mafias priístas (en el campo, en los sindicatos, en las
paraestatales, en la educación, etc.) que
han conservado intacto su “minita de oro presupuestal.” Nadie los puede auditar
ni tocar.
Un
ejemplo, desde hace años se sabe que menos del 10% de los productores agrícolas
más prósperos acapara la mitad del presupuesto dedicado al campo. ¿Y qué se
hace a pesar de tantos diagnósticos que señalan lo anterior? Nada, puede más el
viejo esquema corporativista priísta y los malos arreglos institucionales con
que el PAN continuó con dichos subsidios cuantiosos y dispendiosos.
Un
presupuesto debe asignarse en su inmensa mayoría con criterios técnicos, no
políticos ni mafiosos.
Un
presupuesto público correcto debe:
-Ser
multiperiódico y no negociarse año con año, lo que
sólo se presta al jaloneo político.
-Debe
basarse en estricto criterio costo-beneficio. Todas las dependencias del
gobierno deben basarse en planeación estratégica, en analizar metas programadas
y alcanzadas. Presupuesto de base cero, que premie al burócrata que logre más
con menos, que demuestre que hay rentabilidad social en los proyectos de
provisión de bienes públicos. Hay que castigar a los sobreejercicios
no a los subejercicios como los ignorantes desean.
-Crecer
a tasas estables para que no se pongan en riesgo a las finanzas públicas (ya
los mexicanos pagamos muy caro en el pasado el tener indisciplina fiscal). A
muchos chupeteadores del presupuesto esto es lo que
menos les importa, así que hay que detener sus abusos con ley en la mano.
-No
rebasar el 10% del PIB. Ya hoy el presupuesto del gobierno se acerca
peligrosamente a una tercera parte del PIB. Está demostrado: los países de la
OCDE que más crecimiento económico registran son aquellos cuyos montos de gasto
público son menores respecto del PIB. En México peligrosamente muchos políticos
creen que logrando montos récord de
gasto, es como se estimulará el crecimiento económico. Nada más falso. Lo importante no es gastar
más y más, sino bien y siempre procurando hacer más con menos.
-Basarse
en la recaudación de ingresos tributarios recurrentes, en especial los
impuestos indirectos como el IVA. Hoy día en México se da lo contrario;
respecto de los ingresos tributarios no petroleros, el ISR representa 47% y el
IVA 37%. Estamos haciendo la tarea al revés; todo sistema tributario eficiente
se carga hoy más en impuestos indirectos que en impuestos directos como el ISR.
Ello inhibe efectos perniciosos sobre las decisiones de los agentes económicos
de trabajar, ahorrar e invertir.
-Ser
transparente. Se deben establecer mecanismos para detectar y castigar cualquier
abuso y acto de corrupción. Hoy en México, poco se sabe sobre cómo gastan
estados y municipios (¿Quién no se acuerda del corrupto gober
precioso Fidel Herrera, asignando sin ton y son cantidades millonarias a sus
políticos favoritos en las pasadas elecciones del gobierno de Veracruz?). Los
estudios demuestran que en estos niveles de gobierno, la mayoría del gasto se
va a gasto corriente, y en menor proporción, el gasto va al rubro de inversión
(el más útil para la sociedad). Con un mecanismo de transparencia, evitaríamos
que gober preciosos como Peña Nieto y Ebrard estén chantajeando con exigencias multimillonarias
para sostener sus múltiples programas
populistas.
No
basta con que se hagan realidad los puntos arriba señalados; es necesario una
reforma política que le quite el pleno dominio presupuestal a los partidos y
que cree incentivos para que los políticos rindan cuentas al elector y no a las
cúpulas partidistas como hoy sucede; es necesario una verdadera reforma en
materia de federalismo fiscal; hacer a los estados más responsables de su gasto
evitaría que se comportaran como verdaderos chupeteadores
del gasto público federal.
Por
lo pronto, ahí están nuevamente los chupeteadores
anuales del presupuesto.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.