La semana pasada una veintena de sindicatos, entre los que se destacan la Unete de Francisco Hernández Juárez y algunos del Congreso del Trabajo, realizaron una manifestación para exigirle al gobierno de la república la remoción de Francisco Xavier Salazar, el secretario del trabajo. En caso de que el presidente Vicente Fox no acepte, estos sindicatos dicen que promoverán un paro nacional.

Es difícil organizar un paro nacional, por supuesto. Si bien los sindicatos que están involucrados en este movimiento en contra de Salazar son poderosos, no son todos los del país y hay muchos que se niegan a apoyar el movimiento.

No hay duda, sin embargo, de que el gobierno del presidente Fox está enfrentando uno de los retos mayores de su sexenio. El primer mandatario no puede darse el lujo de ceder nuevamente ante una presión de un grupo de poder, como lo hizo con anterioridad ante los ejidatarios de San Salvador Atenco en el caso del aeropuerto de Texcoco y ante los líderes que lograron la legalización de los autos chocolate.

La cercanía de las elecciones del 2 de julio ha hecho que se intensifique la lucha por el poder. Y una de las consecuencias es el conflicto que hoy estamos viendo entre los sindicatos y el presidente Fox. Algunos sindicatos son parte integral del PRI y están buscando promover su posición dentro del partido y mejorar las posibilidades de triunfo del PRI. Otros más se inclinan, abierta o veladamente, por el PRD y buscan en la confrontación un fortalecimiento de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

Napoleón Gómez Urrutia está luchando, por supuesto, por su supervivencia. Se le acusa de haber manejado para su beneficio el pago de 55 millones de dólares que el Sindicato Minero y Metalúrgico recibió el año pasado como compensación por la privatización de las minas de Cananea y Nacozari. Pero las acusaciones y contraacusaciones están marcadas también por un viejo pleito interno con aquellos líderes mineros que se opusieron desde el año 2000 a que el viejo líder minero Napoleón Gómez Sada le heredara la secretaría general del sindicato a su hijo, especialmente porque al parecer no cumplía con el requisito estatutario de haber sido minero cuando menos durante cinco años. La disputa se vio complicada por la rivalidad de Gómez Urrutia con Víctor Flores, el líder de los ferrocarrileros.

Para Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas y de la Unete, la disputa es una oportunidad para atraer a nuevos sindicatos hacia su organización, con la cual pretende ofrecer un contrapeso a los sindicatos del PRI.

Para la mayoría de los mexicanos, sin embargo, el pleito está más allá de toda compresión. Vieron la manifestación de la semana pasada, pero sin comprender nunca los conflictos que están detrás de las protestas. Tampoco entienden lo que significa un paro nacional, porque en México nunca lo hemos tenido, pero quizá intuyen el costo enorme que esto tendría para la economía del país.