Me hace reír la ingenuidad de algunos periodistas. Se muestran sorprendidos de que el PRD le haya ofrecido una senaduría plurinominal al exsecretario de gobernación -y viejo dinosaurio priísta- Manuel Bartlett. ¿De veras están sorprendidos? Lo único sorpresivo es que después de tanto tiempo no hubieran llamado al estatólatra Bartlett, uno de los dinosaurios del viejo populismo priista, que por fortuna nunca llegó a ser presidente (hubiera sido otro nefasto LEA o JOLOPO). Es precisamente a esta casta estatista-populista a la que pertenecen López Obrador, Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas. Así que cuál sorpresa, antes no se movieron para unirse (será que les sigue doliendo lo de la “caída del sistema” de 1988, se ve que ya no).

Definitivo, el populismo está metido hasta la médula en la izquierda mexicana. No tienen remedio.

Pero ¿y qué con el PRI y sus plurinominales? Caso similar. ¿Le suenan al lector los siguientes nombres? Están apuntados para el Congreso: Armando Neyra, líder de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) en el Estado de México, quien se ha pronunciado en contra de la reforma laboral; Gerardo Sánchez, líder de la Confederación Nacional Campesina (CNC) que ya está para hacer cuña y que los multimillonarios subsidios al campo (que en realidad van a parar a las mafias de la CNC y en el mejor de los casos a los agricultores más prósperos y ricos del norte) se mantengan, el “saqueo campesino” más brutal a nuestro bolsillo; Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana, líderes petroleros involucrados en el escándalo del Pemexgate (desviaron recursos de la paraestatal vía el sindicato, para la campaña de Labastida Ochoa) que buscarán evitar a toda costa serias reformas en el sector energético (como lo es la esencial apertura de PEMEX al capital privado). La única excepción de esperanza es Manlio Fabio Beltrones, pero como buen priista a ver si no batea hacia donde le ordene su nomenclatura.

Más claro ni el agua, con estos nombres están garantizados la protección de los intereses más oscuros del PRI. ¿Cree Peña Nieto -si gana- que podrá hacerle frente a todos estos dinosaurios? Francamente lo dudo.

Hay analistas económicos que dejan de lado la política y ello es un grave error. Para diseñar adecuadas políticas públicas se requiere de políticos competentes en el Congreso (no es necesario que se sepan de memoria tres libros) y ello es precisamente lo que escasea en México. Es la política de las políticas públicas de lo que hablamos.

Muchos analistas están entretenidos apostando, especulando sobre quien será el próximo Presidente. Salvo por el Mesías López, eso es lo de menos. Sea Peña Nieto ó Vázquez Mota, tendrán que lidiar con un Congreso que por lo que se ve será anti reforma de cualquier naturaleza. Es la tragedia de México.

Ya antes lo hemos señalado, la ausencia de incentivos adecuados para que los partidos políticos volteen a ver a los electores y no a los intereses más oscuros de sus cúpulas es la causa por la que vemos a todo tipo de dinosaurios no sólo regresar a la política, sino de actuar como “chapulines”, brincando de hueso en hueso, que si hoy senador, mañana gober precioso y ya de perdis una diputación federal. La reelección es el marco institucional que se requiere para evitar los abusos desde el Congreso, y que la runfla de políticos hoy en turno no dominen y fustiguen a los ciudadanos. Peña Nieto o no le entiende, o francamente no está a favor de la reelección por ser contraria a su “naturaleza dinosauriesca priista.”

Los mexicanos estamos en el peor de los mundos. Por un lado, nuevamente seremos presos de los intereses estatistas de unos cuantos. Y por el otro, por la nefasta ley electoral de 2007, no tenemos la libertad de expresión para denunciar a toda esta bola de parásitos. En el PAN deben estar muy contentos pues fueron cómplices de esta nefasta censura y ni cómo castigarlos.

Ya veremos qué nos depara el próximo año, pero por lo pronto no se ve el cielo claro, habrá que seguir luchando por evitar que se nos siga expoliando impunemente, que se nos siga censurando con todas las de la ley.

Por lo pronto ahí está la política de las políticas públicas y los mismos rufianes de siempre.