Los estados del norte de EU iniciaron su industrialización con base en el contrabando de tecnología, violando las prohibiciones correspondientes sobre todo en Inglaterra.
Inicié la semana pasada mis comentarios sobre el nuevo libro de Peter Andreas con el título de esta columna, y concluí mi relato con la marcha de los estadounidenses hacia el oeste, violando las prohibiciones de su gobierno y asentándose en terrenos públicos adquiridos con la compra de la Luisiana sin la necesaria autorización.
Pero en su expansión al poniente los estadounidenses tampoco se molestaron en acatar las leyes de otras naciones soberanas como México, cuando se prohibió la inmigración de EU en el territorio de Tejas en 1830, o de los pueblos indios, con los que se violaron sistemáticamente los tratados firmados con ellos por el gobierno.
Simultáneamente, los estados del norte de EU inician su industrialización con base en el contrabando de tecnología, violando las prohibiciones correspondientes sobre todo en Inglaterra. No fue sino hasta que EU tuvo una industria pujante e innovadora que el país empezó a propugnar por proteger la propiedad intelectual.
El contrabando de ideas estuvo acompañado de políticas públicas diseñadas para contrabandear no sólo máquinas y herramientas cuya venta estaba prohibida sino también para reclutar en forma ilegal a los inventores e innovadores de otros países, especialmente en las actividades clave para detonar la revolución industrial.
Si bien la esclavitud en EU no habría de prohibirse por completo sino hasta 1865 después de la terrible guerra que se peleó entre los estados esclavistas del sur que se independizaron y los abolicionistas del norte, desde 1808 se había prohibido la importación de nuevos esclavos, contravención que fue regularmente violada.
Embarcaciones de bandera de EU se apoderaron del terrible tráfico de esclavos de África no solo para su propio territorio sino también para atender la demanda en otros mercados como Cuba y Brasil cuyas economías, al igual que las de los estados sureños de EU, se sustentaban en plantaciones agrícolas con mano de obra esclava.
La única razón por la cual la Guerra Civil en EU duró casi cinco años fue el enorme contrabando que se dio en violación del bloqueo naval que impuso la marina de guerra de la Unión, pues de otra naturaleza los estados de la Confederación sureña no hubieran tenidos acceso a armas, municiones, artillería y avituallamientos.
Dado que la guerra trajo un aumento fuerte en los precios del algodón, principal producto de las plantaciones del sur, resultó muy atractivo contrabandearlo vía Bahamas o Tamaulipas hasta llegar a su destino principal en Inglaterra, pero se dio también un enorme tráfico ilegal de algodón de sur a norte entre los enemigos.
El término de la Guerra Civil trajo consigo “la era dorada del proteccionismo de EU,” a pesar de que ese país nació favoreciendo la libertad de comercio y de que sus habitantes decidieron continuar esa tradición mediante un gigantesco contrabando de bienes que el gobierno de EU protegía con aranceles mínimos del 40%.
Los agentes aduanales eran frecuentemente “vistos como abusivos, violentos y corruptos.” La “mano invisible” de los mercados –como la llamó Adam Smith- que opera con eficiencia en el libre comercio fue suplantada por la “mano muy visible y pesada del Estado” en la era proteccionista.
Para intentar atajar la corrupción, se adoptó la práctica de darle a los aduaneros un “moche” del ingreso adicional generado al detectarse contrabando o subfacturación de las importaciones, lo que predeciblemente resultó en una aplicación mucho más estricta y con frecuencia desmedida, de los aranceles y prohibiciones vigentes.
Si bien la vigilancia del contrabando en el umbral del siglo XX tenía sobre todo fines recaudatorios, empezó a concebirse cada vez más como una cruzada de moralización con el Estado ampliando de manera creciente sus facultades para regular el comercio y suprimir “vicios” mediante poderes coercitivos más amplios y opresivos.
Así, se prohibió importar “materiales obscenos,” incluyendo los anticonceptivos, y se generó un pánico entre la población cuando el gobierno le declaró la guerra al “tráfico de blancas.” La magnitud de la trata de prostitutas resultó exagerada en extremo pero tuvo el resultado de expandir los tentáculos del gobierno federal aún más.
Los tráficos ilegales aludidos estaban frecuentemente asociados con inmigrantes por lo que no debe sorprendernos que por primera vez en su historia, el gobierno federal de EU se metiera en el negocio de controlar la inmigración, sobre todo de europeos y asiáticos –curiosamente no de mexicanos que eran bienvenidos-, lo que resultó en que ése tránsito ilícito se trasladara naturalmente a Canadá y México.
La semana próxima terminaré mi revisión del soberbio texto en cuestión.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.