Bajo la batuta de Syriza, muégano político que agrupa a populistas de izquierda y derecha extremas, Grecia sigue en su ruta irremisible hacia el éxodo del euro lo que parece también implicar, según expertos, su salida de la Unión Europea (UE).

Si bien el gobierno de Alexis Tsipras ha intentado ajustarse a una realidad que él y sus correligionarios ignoraban o rechazaban cuando eran sólo una oposición marginal sin probabilidad de ser elegidos, la razón que los empuja al desfiladero está en su ideario mismo, por el que los griegos votaron.

En apretada síntesis, ese programa consiste de:

• Reducir aún más su deuda. Considerando que recibió quitas y plazos que equivalen a un descuento del 70% de su monto original, ir más allá representa su condonación lo que rechaza el resto de la UE.
• Revertir las reformas estructurales, como despido de burócratas y privatización de empresas ineficientes.
• Restaurar la gratuidad en electricidad y combustibles caseros; salud pública; pensiones a sus niveles originales; y cancelar recortes al gasto gubernamental.
• Reducir impuestos para la mayoría y elevarlos para los ricos.
• Creación masiva de empleos financiada por el Banco Central Europeo (BCE).

Esta carta a Santa Clos no tenía la viabilidad de ser aceptada por la “troika” compuesta por el BCE, la Comisión Europea y el FMI, que ha tratado de razonar con Tsipras y sus colegas sobre la imposibilidad financiera y política de apoyar tan enorme gasto deficitario.

A sugerencia de un querido amigo, leí el programa de Podemos, calca española de Syriza, que reproduce las mismas exigencias que los griegos con algunas adiciones, como la gratuidad en el servicio de agua a los hogares y la cancelación de deudas a familias y pequeñas empresas.

El eje del programa de Podemos se centra en el rechazo a la austeridad “para reforzar el crecimiento y reducir el paro;” en subsidiar el empleo en las empresas; adoptar la jornada laboral de 35 horas semanales “para repartir el empleo” (sic); y adoptar impuestos sobre la renta y patrimoniales progresivos.

No podía faltar en las 215 propuestas concretas de Podemos la corrección política, desde garantizar igualdad de género, hasta promover la propiedad comunal en zonas rurales, subsidiar la “energía verde” y garantizar un “sistema ferroviario…socialmente inclusivo, territorialmente cohesivo y económica y ambientalmente sostenible.”

La gran virtud que tiene para España la casi segura salida de Grecia del euro antes de sus elecciones generales, es que la mayoría de los españoles no quiere seguir el ejemplo griego, lo que hará que el electorado rechace votar por Podemos.

¿Y la CNTE que pitos toca en esta narrativa? Resulta que gracias al inspirado artículo de Guillermo Sheridan leí el “pliego petitorio” de los chantajistas de la sección 22, que no tiene desperdicio. Denuncian:

“el Imperialismo (sic),…(que) impone a los países dependientes…la legalización del saqueo de los recursos naturales; la sobre-explotación de la mano de obra;…la privatización de los servicios básicos; recorte del gasto social; despido de cientos de miles de trabajadores; y la imposición de leyes que criminalizan la lucha social, acentuando el proceso de nuevo colonialismo en nuestro país.”

Con tal preámbulo, los vándalos exigen todo, desde la reaparición “con vida” de los ayotzinapos; “la Abrogación (sic) de las reformas estructurales;…la gratuidad de la educación en todos sus niveles;…12% del PIB al sector educativo;…aumento salarial del 100%;...y que la Suprema Corte dé respuesta inmediata y satisfactoria a todas las demandas de amparo…interpuestas.”

Muchas de las sinrazones de los populistas anti-sistémicos se parecen, como se aprecia del entresacado de tonterías citadas, pero la gran diferencia es que los forajidos de la CNTE nunca llegarían al poder por la vía electoral, aunque un Estado débil les puede permitir hacerlo por otros medios, ¿será posible?