Cuando los cerebros se van, también se pierden las inversiones en investigación y desarrollo, por lo cual Alemania volverá a concentrarse en su vieja industria pesada.
Berlín (AIPE)- Cuando la canciller alemana Angela
Merkel asumió su cargo en noviembre, lo hizo
prometiendo mejorar la problemática economía alemana con la aplicación de
reformas de mercado. En las pasadas elecciones, muchos compararon a Merkel con Margaret Thatcher.
A la fecha, las políticas de Merkel se parecen
más a las del laborista Gordon Brown,
actual ministro de Hacienda inglés, a quien Martin
Wolf del diario Financial Times describe como el gerente de una
fábrica soviética de tractores.
Luego de varios años de escaso crecimiento, el gobierno de Merkel ha decidido aumentar el IVA de 16% a 19% para enero
de 2007, lo cual en nada ayudará a que aumente la demanda y el gasto de los
consumidores. Al mismo tiempo, los socialdemócratas que forman parte del
gobierno de coalición con Merkel están bloqueando las
reformas requeridas por el excesivamente regulado mercado de trabajo alemán.
En estos días, el gobierno en Berlín está impulsando medidas en el campo
de la salud similares a los fracasados intentos burocráticos de Gordon Brown en el servicio
nacional de salud del Reino Unido.
Una de las medidas draconianas es penalizar a los médicos que recetan
demasiadas medicinas costosas a sus pacientes en Alemania. Esta medida está
diseñada para reducir los gastos del gobierno en medicinas, responsabilizando a
los médicos si exceden su cuota trimestral. Los médicos tendrán que pagar de
sus propios bolsillos 50% de lo que esté
por encima de su presupuesto trimestral, si éste es excedido en más de 30%.
A primera vista, hacer que se cumpla un presupuesto suena lógico, pero
el problema es que en este caso el presupuesto asignado no refleja la demanda.
Lo que se va a gastar en medicinas no lo deciden los médicos ni sus pacientes,
sino los políticos, como sucedía con los programas de producción de tractores
en
Alemania avanza así hacia una escasez de medicinas. El objetivo del
gobierno es reducir los gastos en productos farmacéuticos en 400 millones de
euros a partir del próximo año y eso que los enfermos ya sufren de escasez de
medicinas. Por ejemplo, sólo el 30% de quienes sufren de osteoporosis reciben
tratamiento y un creciente número tienen fracturas antes de comenzar a recibir
medicamentos preventivos.
La escasez de medicinas significará que los pacientes ya no podrán tener
confianza en sus médicos y las necesidades de ciertos pacientes serán
secundarias a las consideraciones presupuestarias del médico.
Una probable consecuencia es que los pacientes exagerarán sus síntomas
para lograr un mejor puesto en la lista de prioridades de su médico y los
médicos considerarán que muchos de sus pacientes son hipocondríacos. Tal choque
de intereses conducirá a los enfermos a desconfiar de sus médicos y a socavar
el necesario diálogo entre el doctor y su paciente para detectar problemas y
recetar tratamientos exitosos.
La reducción de gastos en medicinas y el deterioro de las relaciones
entre médicos y pacientes pueden terminar costando mucho más que los 400
millones de euros que el gobierno espera ahorrar. Sin las medicinas adecuadas,
los pacientes provocarán altos gastos de hospitalización, ausentándose por
tiempo de sus trabajos. Si añadimos los gastos legales, lidiando con objeciones
de médicos y pacientes, queda claro que manejar el problema como lo hacían los burócratas
soviéticos no es muy eficiente.
Alemania tiene más estudiantes de medicina per
cápita que cualquier otro país europeo. ¿Qué pensarán esos futuros médicos de
un sistema que los penaliza por cumplir con su obligación de curar enfermos? Lo
más probable es que los mejores de ellos sigan los pasos de 400 mil
investigadores europeos que hoy prefieren vivir y trabajar en Estados Unidos.
Cuando los cerebros se van, también se pierden las inversiones en
investigación y desarrollo, por lo cual Alemania volverá a concentrarse en su
vieja industria pesada.
___* Director del Instituto
de Análisis Político y Estratégico (Berlín) y columnista de www.TCSdaily.com
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.