La filosofía política nos ha enseñado cómo las estructuras gubernamentales de los países se debaten entre el instinto, los sentimientos y la razón.
El debut de Donald Trump en la política ha provocado furiosas tempestades con las que ha tenido que lidiar por casi tres años. Otros hemos tenido experiencias interesantes. El haberle dado mi apoyo me ha provocado tempestades, proporción guardada, que me han proporcionado una nueva perspectiva de la conducta humana, de la base cultural y las estructuras mentales que continúan llevando a gran parte del mundo por ese camino definido por Hayek en su magna obra; “Ruta hacia la servidumbre”.
La filosofía política nos ha enseñado cómo las estructuras gubernamentales de los países se debaten entre el instinto, los sentimientos y la razón. El instinto con el que se manejaban las primeras organizaciones humanas, y la razón que debíamos desarrollar con las experiencias al paso del tiempo para tomar la línea del progreso. Mi temeridad política me ha surtido de enemigos, pero el segmento más interesante ha sido el de la academia. Profesores izquierdistas que forman parte de ese 90% que moran en universidades de EU, y en México creo que la composición es todavía más dramática.
Tengo un amigo que forma parte de esa elite, pero, a pesar de morar en ese pantano tan especial como profesor universitario, simpatiza con Trump. Me localizó hace unas semanas para proponerme me reuniera con profesores de la escuela de negocios, puesto que ellos afirmaban no era posible que un mexicano simpatizara con Trump. Acepté la invitación en la que, con seguridad, tratarían de sacrificarme ante el altar de la única divinidad que reconocen; El Estado. El día indicado penetraba un salón de una universidad mediana en el área de Phoenix donde me esperaban seis académicos y un buen número de estudiantes.
Se iniciaba el evento y cada uno, semejando un tribunal de justicia, exponía lo diabólico del caso contra Trump y sus afrentas a los mexicanos. Los estudiantes asumirían el papel de jurado dispuestos a colaborar en el sacrificio que sus sacerdotes preparaban. Pero esto era nuevo para mí. Esto era un feroz ataque con declaratorias marxistas para luego pasar a insultar al presidente con los calificativos más agraviantes de su lengua. Seguían los ataques e insultos para mí en donde las etiquetas más tenues que me obsequiaban eran de abominable Trumpista, racista, White Mexican (insulto de moda en EU), gachupín de la conquista, fascista de mierda. Al terminar sus exposiciones uno de ellos apunta. “No podemos creer que un mexicano simpatice con este charlatán, pero tiene la palabra”.
Recibía los insultos y decidía cambiar mi estrategia ya planeada para pelear igual, con manopla. Habiendo identificado el calibre de estos “intelectuales”, también decidí no debatir sus puntos pues conozco bien sus actitudes kamikaze. Inicio advirtiéndolos de mi reputación para decir las cosas como son, no como quisieran escuchar. Doy las gracias por la invitación y les digo. No voy a rebatir lo que ustedes han expuesto porque mi voz se perdería en un desierto de confusiones. Voy solo a exponer un par de razones por las que apoyo al presidente. La primera es porque yo siempre nado contra la corriente y no soporto ataques, acosos y agresiones físicas al presidente y su gente. Y eso es lo que ustedes, parte de las legiones de Soros, han estado llevando a cabo de manera semejante a las cargas de Atila contra Roma.
Lo apoyo porque no es político y, sobre todo, porque no es miembro de la pandilla que siempre ha controlado este país. Pero es un hombre probado, un gran emprendedor que se ha batido en los mercados creando riqueza, valor, trabajos y prosperidad. Y lo ha hecho arriesgando su capital sin redes de protección contra los riesgos que siempre hay que enfrentar en mercados libres. Yo pregunto ¿Cuántos de ustedes han hecho algo parecido? ¿Cuántos han arriesgado su capital sin tener algo seguro? ¿Cuántos empleos han creado? ¿Han pagado una cantidad similar de impuestos a la pagada por Trump? ¿Cuántos cheques de nómina tienen ustedes que firmar cada semana? ¿Cuántos de ustedes se han tenido que enfrentar a ese espectro que visita seguido a los que arriesgan, el fracaso?
Pero esos temerarios emprendedores lo miran de frente, van a su encuentro para enfrentarlo y seguir adelante. Y si el fracaso los postra, lejos de retirarse hacen una pausa para sanar sus heridas y seguir luchando. Pero para gente como ustedes es más cómodo gritar desde las gradas sin participar en el encuentro, porque quieren que otros encuentren la patria que vaya por el camino de sus desviados estrabismos mentales. Identificarse como asesores aconsejando hacer cosas que nunca han hecho. Escribir libros llenos de fantasías como novelistas describiendo lugares que nunca han visitado, aconsejar acciones que ustedes nunca han tomado. El publicar artículos atacando a los que sí son parte del juego. Enseñando cómo se deben manejar los negocios que ustedes nunca han manejado. Liderar y coordinar gente hacia objetivos comunes, lo que ustedes tampoco han hecho.
Ustedes ¿Qué proyectos han iniciado? ¿cuántos han financiado? ¿cuántos se cotizan en Wall Street? ¿Qué tanto valor y riqueza han creado? Y separo valor y riqueza porque se puede hacer fortuna sin crear valor. Las gentes que han estado en el congreso por 30 o 40 años han hecho fortuna sin crear valor. Ustedes son los clásicos elementos que sufren de racismo que no existe, que salen a la calle en manadas exigiendo derechos imaginarios. Pregunto, porque yo nunca he entendido si lo que ustedes quieren es riqueza o simplemente que a quienes la han hecho los castiguen expropiándosela.
Y no me digan que su creación es infinita con la iluminación de las mentes de estos chamacos. Porque yo les diría es todo lo contrario. Ustedes se dedican a destruir recursos tan preciados como es la juventud y el futuro. Ustedes lo único que han aportado son soldados para esos diabólicos movimientos como Antifa, Ocupar Wall Street, Vidas Negras importan. Protestadores profesionales que emergen de estos recintos envenenados de odio, envidia, resentimiento, ignorantes, pero listos para el ataque destructivo.
Perdónenme si los ofendo, pero ustedes son los marinos que no se atreven a navegar mar adentro perdiendo de vista las playas. Siempre inconformes, llenos de una ira que no encuentran dónde acomodar. Para ustedes las malas noticias son los éxitos económicos de Trump porque preferirían ver al país destruido, si eso es el costo de aniquilar al presidente. Y la gente que absorbe sus ideas son después los destructores de países creando grandes círculos viciosos. Todo esto hizo que las entrañas de EU se hayan podrido cayendo en manos de criminales, y Trump, se los aseguro, no es uno de ellos.
Y para cerrar quiero citar a Teodoro Roosevelt: “Es mejor intentar y lograr grandes cosas, alcanzar triunfos gloriosos, aunque en el camino nos encontremos con el fracaso. Que permanecer en las filas de aquellos pobres espíritus que nunca sufrieron ni gozaron, porque nunca abandonaron aquella zona gris que no conoce triunfo ni derrota”. Gracias de nuevo y no acepto preguntas porque no me gusta perder el tiempo.
Los estudiantes irrumpen con gritos y aplausos ante las caras de furia de sus profesores. Y, ante una nueva ronda de insultos sintiendo corría peligro, abandoné ese taller de la incongruencia y la falta de razón.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.