Justicia social, ¡vaya sustantivo y qué adjetivo! Sin la justicia lo social resulta imposible, lo cual, sin embargo, no quiere decir que sea correcto calificar tal sustantivo – justicia – con tal adjetivo – social -. ¿Qué es la justicia social?

Según el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, la justicia es “una de las cuatro virtudes cardinales[1], que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde”, mientras que lo social es “lo perteneciente o relativo a la sociedad”, siendo que la sociedad es “la agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación todos o algunos de los fines de la vida”. Partiendo de estas definiciones, e intentando responder a la pregunta ¿qué es la justicia social?, llegamos a lo siguiente: “La justicia social es la virtud que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde, en lo perteneciente o relativo a la sociedad, es decir, en lo que toca a la agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación todos o algunos de los fines de la vida”, definición de justicia social por demás disparatada, que nos ayuda a entender lo dicho por Katz: quien defiende determinadas políticas públicas, argumentando que las mismas son a favor de la justicia social, pone a su cerebro en pausa casi permanente.

Más allá del vano intento de buscar una definición literal de justicia social, ¡que no resulte un disparate!, debemos considerar la definición real, lo que, en general, se entiende por ese concepto, sobre todo en el discurso de los políticos. ¿Qué quiere decir un gobernante cuando expresa su compromiso con la justicia social? Muy sencillo: que está dispuesto a quitarle a unos – los ricos -, para darle a otros - los pobres -, por lo cual su gobierno irá más allá del reconocimiento y garantía de los derechos de todos sus gobernados, para llegar a la satisfacción de las necesidades de algunos de ellos. ¿Cómo conseguirá esto último? Quitándole a unos y dándole a otros. Redistribuyendo.

Una cosa es que el gobierno reconozca y garantice derechos, y otra muy distinta que obligue a unos a satisfacer las necesidades de otros, que eso es lo que hace cada vez que redistribuye. Una cosa es que el gobierno me prohíba impedir (por ejemplo: robándole su comida) que alguien más se alimente, y otra muy distinta que me obligue (por ejemplo: cediéndole parte de mi comida) a alimentarlo. Una cosa es que el gobierno prohíba que le hagamos daño a los demás, y otra muy distinta que nos obligue a hacerles el bien lo cual, llevado al extremo, desemboca en la esclavitud. Y esto último, obligarnos a hacerles el bien a los demás, es lo que, so pretexto de la justicia social, el gobierno hace cada vez que redistribuye, no obligándonos a trabajar directamente en beneficio de los demás, pero sí indirectamente, forzándonos a entregarle una parte del fruto de nuestro trabajo, una porción de nuestro ingreso, por lo que la justicia social es, en realidad, injusticia individual[2].

Para terminar retomo lo escrito al principio: sin la justicia lo social resulta imposible, ya que lo social, entendido como lo referente a las relaciones entre personas, demanda, de cada uno, el respeto a los derechos de los demás, consistiendo en ello la justicia, según la clásica definición de Ulpiano: Justitia est constans et perpetua voluntas jus suum quique tribuendi. La justicia es la constante y reiterada voluntad de atribuir a cada cual lo que le corresponde, y lo que, en términos de la justicia, le corresponde a cada cual es su derecho.