Alguien obliga a alguien más, bajo amenaza, a entregarle parte del producto de su trabajo y, si no lo hace, cumple su amenaza. ¿De qué se trata? ¿De robo? Por su puesto, y a las pruebas me remito. Según el diccionario robar es “quitar, o tomar para sí, con violencia o con fuerza lo ajeno” o “hurtar de cualquier modo que sea” y hurtar es “tomar o retener bienes ajenos sin la voluntad de su dueño”.

Consideremos el cobro de impuestos y preguntémonos ¿en qué consiste? En que el recaudador obliga al contribuyente, bajo amenaza, a entregarle parte del producto de su trabajo y, si no lo hace, cumple su amenaza, que puede ir, desde una multa, pasando por la confiscación de bienes, misma que el diccionario define como “penar con privación de bienes, que son asumidos por el fisco”, hasta el encarcelamiento. Si en eso consiste cobrar impuestos, ¿no se trata de un robo con todas las de la ley?

Más de uno responderá que no, y apoyará su respuesta en el “con todas las de la ley”. Dado que el cobro de impuestos está avalado por alguna ley, esa ley lo hace legal, lo cual es cierto, momento de distinguir entre lo legal y lo justo, y de recordar que una ley no le quita lo injusto a ninguna conducta que sea injusta por su propia naturaleza, como matar, esclavizar, robar, etc., conductas injustas por su propia naturaleza porque violan derechos de terceros: a la vida, a la libertad y a la propiedad.

¿Sí, o no, que el cobro de impuestos supone un robo, que podrá ser legal, pero no por ello justo? Y si lo es, ¡que sí lo es!, ¿por qué se sigue practicando? Porque necesitamos un gobierno (otra pregunta, la más importante, es ¿para qué lo necesitamos?) y hay que financiarlo. De acuerdo, ¿pero por qué no recurrir a aportaciones voluntarias de los ciudadanos y no a la expoliación legal que supone el cobro de impuestos? Porque surgirían los gorrones –free riders– quienes no pagarían pero sí recibirían los bienes y servicios provistos por el gobierno, sobre todo los que sí deben ser provistos por el gobierno, comenzando por los dos básicos: seguridad y justicia. ¿Cómo evitar el surgimiento de los gorrones? Cobrándole impuestos a todos, impuestos que deberán ser los mismos para todos, provisión de bienes y servicios gubernamentales que deberá ser, también, la misma para todos, de tal manera que, ni por el lado del cobro de impuestos, ni por el lado de su gasto, haya redistribución.

El gobierno debe cobrar el mismo impuesto a todos (de preferencia a la compra de bienes y servicios para consumo final) y ofrecer los mismos bienes y servicios a todos (seguridad contra la delincuencia; impartición de justicia; provisión de bienes y servicios públicos, que realmente sean públicos, y que realmente deban ser provistos; ordenamiento de la convivencia en los espacios públicos; corrección de las externalidades negativas), de tal manera que, ni por el lado de su cobro, ni por el de su gasto, haya redistribución del ingreso: el gobierno le quita a A, lo que es producto de su trabajo, para darle a B lo que no es producto de su trabajo, quitar y dar que no pasa de ser un robo, quitar y dar que es hoy la tarea principal de cualquier gobierno, porque hoy gobernar es sinónimo de redistribuir, es decir, de expoliación legal.

Una cosa es que el gobierno le quite a todos por igual para darle a todos por igual, sobre todo para garantizar seguridad e impartir justicia, y otra que le quite a unos para darle a otros. Esto último no tiene justificación alguna.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.