La pobreza no es natural. Es hecha por el hombre, y puede sobrellevarse y erradicarse por las acciones del ser humano
Mandela tiene razón: la pobreza no es algo natural, sobre todo si por natural entendemos aquello que, siendo anterior y superior a él, le ha sido impuesto al ser humano definiendo límites insalvables. Lo natural es lo esencial, lo que hace que algo sea lo que es, no pudiendo dejar de serlo.
La pobreza no fue la situación natural del ser humano en este planeta ya que, si así hubiera sido, nunca la hubiéramos superado, superación que está a la vista, siendo un hecho innegable, aunque, de manera por demás vergonzosa, millones de seres humanos la sigan padeciendo. La pobreza no fue la situación natural del ser humano en el mundo, pero sí fue la situación original: en el inicio fue la pobreza y, gracias al ingenio y al trabajo, al ahorro y la inversión, y al mercado y a la economía de mercado (no nada más en el sentido literal del término: aquellas economías en las cuales el intercambio es la actividad económica central, de tal manera que se produce para vender y se compra para consumir, sino también en el sentido institucional del mismo: las reglas del juego que permiten sacarle el mayor provecho posible al intercambio, y a lo que está antes, la producción, y a lo que viene después, el consumo), se ha venido superando.
Afirma Mandela, en primer lugar, que la pobreza no es natural y, en segundo término, que es hechura del ser humano, segunda afirmación que es verdad en cierto sentido pero no en otro. Si al decir que la pobreza es hechura del ser humano se afirma que al principio fue la riqueza y que luego el ser humano hizo algo cuyo resultado fue la pobreza, la afirmación es, evidentemente, falsa: al inicio, condición original del ser humano en este planeta, fue la pobreza. Por el contrario, si al señalar que la pobreza es hechura del ser humano se sostiene que, una vez conseguida riqueza, el ser humano (o algunos seres humanos, aquellos con el poder para poder hacerlo) hace algo que limita o elimina la eficacia de sus causas (por ejemplo: prohibiendo o entorpeciendo las iniciativas y esfuerzos de los agentes económicos para satisfacer sus necesidades), yendo contra el laissez faire (dejar hacer), o limita y elimina los efectos de dichas causas (por ejemplo: privando al ser humano del producto de su trabajo, lo cual puede implicar desde la esclavitud hasta el cobro de impuestos), yendo contra el laissez avoir (dejar poseer), entonces la pobreza sí puede ser considerada hechura del ser humano.
Para terminar Mandela apunta que la pobreza puede ser sobrellevada y erradicada por las acciones der ser humano, lo cual es cierto: la superación de la pobreza es la consecuencia de ciertas acciones humanas, aquellas destinadas a producir riqueza, definida como el conjunto de bienes y servicios con los que el ser humano satisface sus necesidades (no confundamos la riqueza –los bienes y servicios capaces de satisfacer necesidades– con el dinero –el medio de intercambio de la riqueza–), de tal manera que las acciones humanas que sobrellevan o erradican la pobreza son las que producen esos bienes y servicios, según la productividad de cada quien, no las que, ya producidos, los redistribuyen de acuerdo a las necesidades de cada cual.
La pobreza consiste en la incapacidad del ser humano para, por medio del trabajo productivo, y participando en la producción de bienes y servicios (de riqueza), generar ingreso suficiente para poder satisfacer correctamente las necesidades, de tal manera que supera la pobreza el que es capaz de generar riqueza, no el que, por obra y gracia de su redistribución, dispone de la misma, algo que los socialistas, populistas, demagogos, paternalistas, y demás enemigos del dejar poseer (laissez avoir), ¡que no son pocos!, niegan, actuando en consecuencia, es decir: imponiendo la redistribución.
Por ello, pongamos el puto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.