El dinero da poder. No está bien, pero es un hecho
La primera parte de la frase de Soros –El dinero da poder– es cierta, muy cierta. Es más: el dinero ES poder, poder de compra, ¡que no es poca cosa!, y de allí su poder, su eficacia para lograr el fin deseado: comprar algún bien o servicio, con el cual satisfacer alguna necesidad, gusto, deseo o capricho.
Para entender lo anterior imaginemos qué pasaría si el dinero desapareciera, si de pronto ya no contáramos con ningún medio general de intercambio de bienes y servicios, de satisfactores. Primera consecuencia: desaparecería el intercambio indirecto (una determinada cantidad de manzanas a cambio de una determinada cantidad de dinero, y una determinada cantidad de dinero a cambio de una determinada cantidad de peras). Segunda consecuencia: tendríamos que limitarnos al intercambio directo, al trueque (una determinada cantidad de manzanas por una determinada cantidad de peras). Tercera consecuencia: al pasar del intercambio indirecto (usando dinero) al trueque (prescindiendo del dinero) se reduciría considerablemente la cantidad de intercambios realizados (compra-venta de bienes y servicios). Cuarta consecuencia: dado que el nivel de bienestar de la gente depende de la cantidad (y la calidad) de los bienes y servicios de los que dispone, y la cantidad de los satisfactores a su disposición depende de la cantidad de intercambios que pueda realizar, misma que se reduciría considerablemente al pasar del intercambio indirecto (usando dinero) al directo (trueque), la desaparición del dinero tendría, como consecuencia final, una reducción muy considerable en el nivel de bienestar de la gente (lo cual también sucede, aunque en menor escala, no cuando el dinero desaparece, sino cuando lo que desaparece es el poder adquisitivo del dinero, consecuencia de la inflación, y de su causa: las políticas inflacionarias del gobierno).
El dinero da poder. ¡Claro que sí! Es más: el dinero ES poder. Poder adquisitivo, lo cual, en contra de lo que afirma Soros, está bien, y para entenderlo vuelvo a la pregunta: ¿qué pasaría si el dinero desapareciera? La reducción en el nivel de bienestar de toda la gente sería considerable, y se tendería hacia la igualdad en la pobreza (condición originaria, que no natural, del ser humano en este planeta, dicho sea de paso).
El problema surge cuando el dinero, con su poder de compra, se usa para comprar lo que no se debería comprar, y por lo tanto tampoco vender, como lo puede ser, por ejemplo, el favor de algún político a favor de un empresario, compra venta de favores que en muchos países resulta, si no una práctica generalizada (no todos los empresarios tienen el suficiente poder de compra para comprarle el favor al político al precio al cual éste está dispuesto a venderlo), si una práctica habitual, por la cual no tiene la culpa el dinero, sino quien lo ofrece indebidamente para comprar, y quien lo recibe indebidamente para vender, lo que no debería venderse ni comprarse, tal y como es el caso señalado, práctica habitual en el capitalismo de compadres, algo que, como lo señala Soros (y me imagino que a algo así se refiere), no está bien, pero es un hecho, lo cual no quiere decir que sea inevitable.
Obviamente hay cosas (los satisfactores: bienes y servicios) que, partiendo de la división del trabajo, deben venderse y comprarse, para lo cual resulta muy útil el uso del dinero. De la misma manera resulta obvio (aunque para algunos parece ser que no) que hay otras (ejemplo: los favores de los gobernantes) que, partiendo de las legítimas funciones de cada quien, no deben comprarse y venderse, compra venta que, de realizarse, supone un mal uso del dinero, que siempre es poder de compra, el cual, cuando lo que se vende y compra no debería comprarse ni venderse, es poder para corromper.
Por ello, pongamos el punto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.